Según el especialista se estima que en Estados Unidos el 10% de la población que va a los gimnasios sufre de este problema. Habitualmente, se trata de personas inseguras de sí mismas, inmaduras, introvertidas, con una baja autoestima y con dificultades de integración social, quienes construyen su identidad en función de parámetros bastantes frágiles, como la imagen corporal.
Tienen una sobrevaloración de la apariencia física y de lo que ésta les permitirá conseguir en términos sociales, idea que suele ser motivada por los cánones de belleza de la sociedad moderna, donde el culto al cuerpo está ampliamente difundido.
Las principales consecuencias de este problema, es que suele presentarse asociado a otros cuadros psiquiátricos como ansiedad, depresión, trastornos del sueño y trastornos obsesivos compulsivos. 'Generalmente, son los síntomas de estas otras patologías los que llevan a los vigoréxicos a consultar a un especialista', explica el doctor Koppmann.
Antes se hablaba de que quienes sufrían vigorexia eran 'mentes enfermas en cuerpos sanos', sin embargo, hoy se sabe que esta adicción al gimnasio también puede generar efectos nocivos en el organismo.
A diferencia de lo que pudiera pensarse, los afectados son personas con una pobre capacidad aeróbica, porque como su fin es simplemente estético, sólo se dedican a hacer ejercicios para aumentar la masa muscular.
El doctor Fernando González, traumatólogo especialista en medicina deportiva de Clínica Alemana, explica que el exceso de ejercicio puede producir múltiples problemas músculo-esqueléticos. 'Cuando se ejercita en forma excesiva y sin un plan dirigido, es posible que se originen lesiones como tendinopatías, fracturas por estrés y desgarros musculares', sostiene.
Además, explica que el uso indiscriminado de sustancias como anabólicos para lograr una hipertrofia muscular, puede producir daño hepático, problemas renales, patologías cardiacas, trastornos hormonales, disfunciones sexuales y esterilidad, entre otros efectos perjudiciales para la salud.
Como la virgorexia es parte del espectro de trastornos obsesivos compulsivos, generalmente se indican medicamentos inhibidores de la recaptura de serotonina, como fluoxetina.
Sin embargo, el doctor Koppmann sostiene que es fundamental que el tratamiento farmacológico se realice en conjunto con psicoterapia, de manera de reforzar aquellos aspectos que gatillan este problema como la baja autoestima y la inseguridad personal.
En este sentido, el entorno social y afectivo cumple una función fundamental en el proceso de recuperación, ya que tanto la familia como los amigos deben estar dispuestos a brindar al afectado el apoyo necesario en su intento por disminuir su rutina de ejercicios.
En este sentido, es necesario incentivar a la persona para que se interese por otras actividades sociales y recreacionales, de manera que deje de invertir tanto tiempo en el gimnasio.
Suelen transformar al gimnasio en su segundo hogar, y al espejo y la balanza en sus más fieles compañeros. Aunque ellos no lo saben, son víctimas de un trastorno mental denominado vigorexia, que se define como una preocupación obsesiva por la figura y una distorsión del esquema corporal.
En la mayoría de los casos esta obsesión por la práctica física comienza en la adolescencia y suele afectar más a los hombres. Quienes la padecen sienten una irreprimible necesidad de aumentar su masa muscular y para ello realizan ejercicio en forma compulsiva, mantienen una dieta rica en proteínas y, generalmente, consumen anabólicos y esteroides.
La vigorexia fue descrita por primera vez en 1997 por el siquiatra Harrison G Pope del Hospital McLean (Belmont, EE.UU). Si bien aún no ha sido reconocida como una enfermedad psiquiátrica por la comunidad médica internacional, en los últimos años se han realizado diversos estudios al respecto.
El doctor Alejandro Koppmann, jefe de la Unidad de Psiquiatra de Clínica Alemana, comenta que se considera dentro del espectro de los trastornos obsesivos compulsivos, cercano a los desórdenes alimentarios como la anorexia y a cuadros como la dismorfofobia, que consisten en una distorsión de la percepción de la imagen corporal.
'Los vigoréxicos no tienen conciencia de su condición, no se cuestionan su compulsiva necesidad de ejercitarse para obtener el desarrollo de la masa muscular ni los riesgos del consumo de anabólicos. Ellos creen que realmente lo requieren, porque se ven en el espejo como enclenques y débiles', explica.
Según el especialista se estima que en Estados Unidos el 10% de la población que va a los gimnasios sufre de este problema. Habitualmente, se trata de personas inseguras de sí mismas, inmaduras, introvertidas, con una baja autoestima y con dificultades de integración social, quienes construyen su identidad en función de parámetros bastantes frágiles, como la imagen corporal.
Tienen una sobrevaloración de la apariencia física y de lo que ésta les permitirá conseguir en términos sociales, idea que suele ser motivada por los cánones de belleza de la sociedad moderna, donde el culto al cuerpo está ampliamente difundido.
Las principales consecuencias de este problema, es que suele presentarse asociado a otros cuadros psiquiátricos como ansiedad, depresión, trastornos del sueño y trastornos obsesivos compulsivos. 'Generalmente, son los síntomas de estas otras patologías los que llevan a los vigoréxicos a consultar a un especialista', explica el doctor Koppmann.
Antes se hablaba de que quienes sufrían vigorexia eran 'mentes enfermas en cuerpos sanos', sin embargo, hoy se sabe que esta adicción al gimnasio también puede generar efectos nocivos en el organismo.
A diferencia de lo que pudiera pensarse, los afectados son personas con una pobre capacidad aeróbica, porque como su fin es simplemente estético, sólo se dedican a hacer ejercicios para aumentar la masa muscular.
El doctor Fernando González, traumatólogo especialista en medicina deportiva de Clínica Alemana, explica que el exceso de ejercicio puede producir múltiples problemas músculo-esqueléticos. 'Cuando se ejercita en forma excesiva y sin un plan dirigido, es posible que se originen lesiones como tendinopatías, fracturas por estrés y desgarros musculares', sostiene.
Además, explica que el uso indiscriminado de sustancias como anabólicos para lograr una hipertrofia muscular, puede producir daño hepático, problemas renales, patologías cardiacas, trastornos hormonales, disfunciones sexuales y esterilidad, entre otros efectos perjudiciales para la salud.
Como la virgorexia es parte del espectro de trastornos obsesivos compulsivos, generalmente se indican medicamentos inhibidores de la recaptura de serotonina, como fluoxetina.
Sin embargo, el doctor Koppmann sostiene que es fundamental que el tratamiento farmacológico se realice en conjunto con psicoterapia, de manera de reforzar aquellos aspectos que gatillan este problema como la baja autoestima y la inseguridad personal.
En este sentido, el entorno social y afectivo cumple una función fundamental en el proceso de recuperación, ya que tanto la familia como los amigos deben estar dispuestos a brindar al afectado el apoyo necesario en su intento por disminuir su rutina de ejercicios.
En este sentido, es necesario incentivar a la persona para que se interese por otras actividades sociales y recreacionales, de manera que deje de invertir tanto tiempo en el gimnasio.