Entonces, una pequeña herida o ampolla se transforma en una llaga profunda que, si se infecta o trata mal, aumenta rápidamente hasta producir necrosis.
Las úlceras de los pies y las consecuentes posibles amputaciones, son las complicaciones más dramáticas de una diabetes tardía. Asimismo, son las que provocan mayor morbilidad y discapacidad en los pacientes. Pero, éstas se ven disminuidas cuidándose con una rutina básica. La doctora Díaz explica la importancia que tienen un reconocimiento temprano y el manejo de los factores de riesgo para evitarlo.
Se calcula que aproximadamente, el 15% de todas las personas con diabetes se verá afectada por una úlcera a lo largo de su vida. Esto es, una de cada seis personas y equivale a cuatro millones en el mundo.
Los diabéticos tienen hasta 40 veces mayor probabilidad de sufrir una amputación de la parte inferior de la pierna que las personas sanas.
Cualquier persona con la afección corre el riesgo, independientemente, del tipo o la gravedad de su diabetes.
Dadas las dimensiones de la pandemia actual, el número de quienes corren riesgo de desarrollar una complicación del pie de origen diabético, es enorme y va en aumento. Como resultado de los programas de prevención, no sólo ha disminuido el número de amputaciones, sino también el de operaciones del pie, hospitalizaciones, visitas a los servicios de urgencia, recetas de antibióticos y pérdida de días laborales.
Las cifras son peores que en los países desarrollados, pero en Chile se ha realizado una importante educación tanto a nivel del personal de salud como de los pacientes, sobre todo en el área oriente de la capital.
Las lesiones nerviosas (neuropatías) y la alteración de riego sanguíneo en combinación con deformidades de los pies y el consiguiente aumento de presión en algunas zonas de la planta del pie.
Sí. Entre otros, están cualquier deformación del pie, la presencia de callos y uñas encarnadas, dificultad para cicatrizar y la piel seca.
Lo mejor es una buena evaluación clínica, es decir, examinar los pies.
Depende del nivel de riesgo que se detecte en la primera evaluación, pero es un mínimo de una vez al año para los diabéticos que no han tenido úlceras. Los demás tienen que ir cada tres, cuatro o seis meses.
Lo más probable es que si no se toman las medidas necesarias, sí se repita.
Sí, cuando existe un antecedente de amputación, a los tres a cinco años los dos pies están en similares condiciones.
El tratamiento para lograr la curación de una úlcera del pie diabético se enfoca en aliviar el estrés, o sea, la presión en el área del pie afectada por la úlcera (optimizando el entorno de la herida). Esta reducción de la presión se conoce comúnmente, como 'descarga'. Ésta funciona mejor cuando se reparte la fuerza sobre un área más amplia mediante el uso de mecanismos como plantillas u órtesis de contacto total.
De acuerdo con el Colegio Americano de Cirujanos de Pie y Tobillo, para prevenir estos problemas se pueden seguir las siguientes instrucciones:
El pie de cualquier persona con diabetes se llama pie diabético. Es el conjunto de alteraciones que ocurren en el pie como resultado de la diabetes y sus complicaciones y que lo hacen susceptible de presentar lesiones graves. Sin embargo, con fáciles técnicas preventivas, el pie diabético puede quedar en el pasado.
La cascada de eventos que puede acabar en gangrena y amputación comienza, en la mayoría de los casos, con una úlcera del pie, producida por el exceso de presión sobre la planta de la extremidad y el estrés repetitivo que se genera al caminar. No se necesita mucha presión para provocar una úlcera, por esta razón, la piel tiene un sistema de protección propio que, normalmente, se activa en forma de dolor.
'Desgraciadamente, en personas con lesiones nerviosas de origen diabético, se genera una alteración de la capacidad de sentir dolor, cambios de temperatura o el contacto con cuerpos extraños dentro del zapato, es decir, el pie queda desprotegido e insensible, lo que puede provocar graves lesiones porque no se dan cuenta de que existe un problema hasta que éste ha progresado', dice la doctora Loreto Díaz, fisiatra de Clínica Alemana.
Entonces, una pequeña herida o ampolla se transforma en una llaga profunda que, si se infecta o trata mal, aumenta rápidamente hasta producir necrosis.
Las úlceras de los pies y las consecuentes posibles amputaciones, son las complicaciones más dramáticas de una diabetes tardía. Asimismo, son las que provocan mayor morbilidad y discapacidad en los pacientes. Pero, éstas se ven disminuidas cuidándose con una rutina básica. La doctora Díaz explica la importancia que tienen un reconocimiento temprano y el manejo de los factores de riesgo para evitarlo.
Se calcula que aproximadamente, el 15% de todas las personas con diabetes se verá afectada por una úlcera a lo largo de su vida. Esto es, una de cada seis personas y equivale a cuatro millones en el mundo.
Los diabéticos tienen hasta 40 veces mayor probabilidad de sufrir una amputación de la parte inferior de la pierna que las personas sanas.
Cualquier persona con la afección corre el riesgo, independientemente, del tipo o la gravedad de su diabetes.
Dadas las dimensiones de la pandemia actual, el número de quienes corren riesgo de desarrollar una complicación del pie de origen diabético, es enorme y va en aumento. Como resultado de los programas de prevención, no sólo ha disminuido el número de amputaciones, sino también el de operaciones del pie, hospitalizaciones, visitas a los servicios de urgencia, recetas de antibióticos y pérdida de días laborales.
Las cifras son peores que en los países desarrollados, pero en Chile se ha realizado una importante educación tanto a nivel del personal de salud como de los pacientes, sobre todo en el área oriente de la capital.
Las lesiones nerviosas (neuropatías) y la alteración de riego sanguíneo en combinación con deformidades de los pies y el consiguiente aumento de presión en algunas zonas de la planta del pie.
Sí. Entre otros, están cualquier deformación del pie, la presencia de callos y uñas encarnadas, dificultad para cicatrizar y la piel seca.
Lo mejor es una buena evaluación clínica, es decir, examinar los pies.
Depende del nivel de riesgo que se detecte en la primera evaluación, pero es un mínimo de una vez al año para los diabéticos que no han tenido úlceras. Los demás tienen que ir cada tres, cuatro o seis meses.
Lo más probable es que si no se toman las medidas necesarias, sí se repita.
Sí, cuando existe un antecedente de amputación, a los tres a cinco años los dos pies están en similares condiciones.
El tratamiento para lograr la curación de una úlcera del pie diabético se enfoca en aliviar el estrés, o sea, la presión en el área del pie afectada por la úlcera (optimizando el entorno de la herida). Esta reducción de la presión se conoce comúnmente, como 'descarga'. Ésta funciona mejor cuando se reparte la fuerza sobre un área más amplia mediante el uso de mecanismos como plantillas u órtesis de contacto total.
De acuerdo con el Colegio Americano de Cirujanos de Pie y Tobillo, para prevenir estos problemas se pueden seguir las siguientes instrucciones: