En el sistema inmune se ha demostrado que tienen una función reguladora en la síntesis de sustancias que causan trastornos como fiebres, dolor, hinchazón e irritación. Asimismo, su efecto inhibitorio de la trombosis en las arterias hace más fluida la sangre, lo que ayuda a disminuir el riesgo cardiovascular.
Los omega 3 también están relacionados con el proceso de envejecimiento. 'Una dieta rica en estas grasas beneficia a una persona de la tercera edad, ya que actúan como un antiinflamatorio natural, siendo favorable en el tratamiento del mal de Alzheimer y de la artritis', afirma la nutricionista.
También contribuyen con la visión. En este aspecto, los omega 3 tienen especial importancia en el desarrollo de la retina y del cerebro en el feto, y además, benefician al lactante y a los menores de dos años, ya que un consumo adecuado se relaciona con una mejoría en la agudeza visual, porque permiten al cerebro captar más rápido las imágenes que el sujeto está observando.
Por ello, la embarazada y la madre que amamanta deben incluir el pescado en su dieta (comer dos veces por semana), y así el feto y el lactante tendrán un buen aporte de omega 3.
Para obtener los beneficios de estos ácidos grasos y del resto de los nutrientes tan especiales que aporta el pescado, basta con comer dos o tres porciones a la semana. Puede estar incluido en ensaladas y caldillos, hechos a la plancha, vapor, horno, guisos o, inclusive, a la parrilla. Las especies de más alto contenido graso son el atún, sardina, jurel, salmón y trucha.
Otra de las ventajas de este alimento es que provee de buenas proteínas, con menor cantidad de calorías que otros tipos de carnes.
Es en esta época cuando se presenta más variedad y cantidad de pescados. Ante las opciones siempre es bueno saber qué y cómo comprar. ¿Fresco, congelado o enlatado?, da igual. Los nutrientes del pescado son semejantes en cualquiera de sus formas. 'Sólo hay que tener precaución con el alto contenido de sodio de algunos en conserva y el elevado contenido de grasa de los enlatados en aceite', sostiene María José Concha.
Si es fresco, es importante revisar bien el producto antes de adquirirlo. El pescado debe tener los ojos brillantes, agallas rojas, piel húmeda y firme. Luego de comprarlo hay que refrigerarlo inmediatamente, y si se va a consumir en más de dos días, después de la compra, el consejo es congelarlo.
En cuanto a la preparación, la cocción es imprescindible para prevenir enfermedades gastrointestinales. Además, es necesario lavar bien las superficies y utensilios usados para cortar el pescado crudo.
Si bien a comienzos de abril aumenta el consumo de pescado con motivo de Semana Santa, éste no debería ser olvidado a lo largo del año, ya que los beneficios que brinda al organismo son indispensables durante toda la vida.
Los pescados no sólo aportan proteínas de alta calidad, sino que también vitaminas del complejo B que ayudan al buen funcionamiento del sistema nervioso, además de minerales como potasio, hierro, fósforo, cobre, yodo, manganeso, cobalto y selenio. Por si fuera poco, son la principal fuente de ácidos grasos omega 3, que son saludables y esenciales para el cuerpo humano.
Dentro de éstos, los más importantes son el ácido eicosapentanoico (EPA) y el ácido docosahexanoico (DHA). María José Concha, nutricionista de Clínica Alemana, explica que 'los ácidos grasos omega 3 desempeñan funciones importantes para el desarrollo normal del niño y disminuyen el riesgo cardiovascular'.
En el sistema inmune se ha demostrado que tienen una función reguladora en la síntesis de sustancias que causan trastornos como fiebres, dolor, hinchazón e irritación. Asimismo, su efecto inhibitorio de la trombosis en las arterias hace más fluida la sangre, lo que ayuda a disminuir el riesgo cardiovascular.
Los omega 3 también están relacionados con el proceso de envejecimiento. 'Una dieta rica en estas grasas beneficia a una persona de la tercera edad, ya que actúan como un antiinflamatorio natural, siendo favorable en el tratamiento del mal de Alzheimer y de la artritis', afirma la nutricionista.
También contribuyen con la visión. En este aspecto, los omega 3 tienen especial importancia en el desarrollo de la retina y del cerebro en el feto, y además, benefician al lactante y a los menores de dos años, ya que un consumo adecuado se relaciona con una mejoría en la agudeza visual, porque permiten al cerebro captar más rápido las imágenes que el sujeto está observando.
Por ello, la embarazada y la madre que amamanta deben incluir el pescado en su dieta (comer dos veces por semana), y así el feto y el lactante tendrán un buen aporte de omega 3.
Para obtener los beneficios de estos ácidos grasos y del resto de los nutrientes tan especiales que aporta el pescado, basta con comer dos o tres porciones a la semana. Puede estar incluido en ensaladas y caldillos, hechos a la plancha, vapor, horno, guisos o, inclusive, a la parrilla. Las especies de más alto contenido graso son el atún, sardina, jurel, salmón y trucha.
Otra de las ventajas de este alimento es que provee de buenas proteínas, con menor cantidad de calorías que otros tipos de carnes.
Es en esta época cuando se presenta más variedad y cantidad de pescados. Ante las opciones siempre es bueno saber qué y cómo comprar. ¿Fresco, congelado o enlatado?, da igual. Los nutrientes del pescado son semejantes en cualquiera de sus formas. 'Sólo hay que tener precaución con el alto contenido de sodio de algunos en conserva y el elevado contenido de grasa de los enlatados en aceite', sostiene María José Concha.
Si es fresco, es importante revisar bien el producto antes de adquirirlo. El pescado debe tener los ojos brillantes, agallas rojas, piel húmeda y firme. Luego de comprarlo hay que refrigerarlo inmediatamente, y si se va a consumir en más de dos días, después de la compra, el consejo es congelarlo.
En cuanto a la preparación, la cocción es imprescindible para prevenir enfermedades gastrointestinales. Además, es necesario lavar bien las superficies y utensilios usados para cortar el pescado crudo.