Asimismo, asegura que si bien estas afecciones no tienen curación, la terapia actual permite mantenerlas inactivas para que el niño logre un crecimiento adecuado y una adaptación a su medio lo más normal posible.
Además, como muchas otras enfermedades reumatológicas, la artritis idiopática juvenil compromete el sistema músculo-esquelético, particularmente las articulaciones, produciendo dolor y entumecimiento de las mismas. Se diferencia de las afecciones de tipo traumático u ortopédico -las que también involucran el aparato locomotor- en que la causa es un proceso inflamatorio crónico. Asimismo, este síndrome puede afectar otros órganos y sistemas.
Respecto de la causa exacta, está lejos de ser conocida. 'Probablemente exista una predisposición genética, sobre la cual operan diferentes tipos de estrés, tanto inflamatorios como infecciosos, físicos, químicos o psíquicos, los que actuarían en un sistema inmune 'disfuncional'', asegura la especialista.
La artritis idiopática juvenil es una patología que se conoce poco, primero porque su frecuencia es baja, independiente de la raza y el medio social donde se presente. La doctora Miranda señala que, 'anualmente, aparecen aproximadamente entre 10 y 20 casos nuevos por cada 100.000 niños menores de 15 años'.
A esto se suma que existen factores que contribuyen en el escaso reconocimiento de la enfermedad, como condiciones estructurales y funcionales del aparato locomotor propias del niño, un sistema inmune en desarrollo y una capacidad limitada de verbalizar las molestias. Muchos de estos cuadros no afectan el estado general del menor ni el compromiso inflamatorio tiene una traducción en los exámenes de laboratorio.
La reumatóloga infantil explica que 'la inflamación clínica de la mayoría de ellos dista mucho del concepto de inflamación que estamos acostumbrados a ver en cuadros infecciosos o traumáticos, en los que se
observan signos claros de hinchazón como rubor, calor, aumento de volumen y dolor en su máxima expresión. Esto dificulta el reconocimiento por parte de los padres, interfiere con una consulta y derivación adecuada,
y posterga el diagnóstico precoz'.
Si en la etapa inicial estas artropatías son más o menos similares, en la evolución más allá de los seis meses es posible distinguir seis síndromes
definidos, con algunas características clínicas propias, con pronósticos diferentes y conductas terapéuticas distintas.
Si bien estas afecciones no tienen curación, sí existen tratamientos para sobrellevarlas. 'El objetivo de éstos es mantenerlas 'inactivas' o 'controladas' para evitar el dolor y el daño articular irreversible, favorecer el desempeño psico-social y permitir un crecimiento adecuado'.
Actualmente, el manejo de esta enfermedad es mejor porque se conocen más los mecanismos de la inflamación y los diversos factores que posiblemente interactúan, además, se dispone de mejores técnicas de laboratorio e imágenes que facilitan el diagnóstico. También se cuenta con mayor diversidad de fármacos.
Una de las alternativas para los casos resistentes a la terapia estándar son las terapias denominadas biológicas. En forma paralela, y con igual importancia que el tratamiento medicamentoso, está la rehabilitación integral que incluye los aspectos físicos, psíquicos y nutricionales.
Es importante que las personas y los padres en particular, sepan que las artritis inflamatorias crónicas no son enfermedades exclusivas de los adultos, sino que pueden ocurrir en cualquiera edad. Comprendiendo de qué se trata, participarán más activamente en el tratamiento de sus hijos. Para esto se requiere de un equipo multidisciplinario, compuesto por pediatras reumatólogos o inmunólogos, fisiatras, terapeutas físicos y ocupacionales, psicólogos, oftalmólogos y traumatólogos ortopedistas.
El pediatra y el traumatólogo infantil serán los que deriven en forma oportuna al especialista para la confirmación diagnóstica e inicio de la terapia. 'Actualmente, se reconoce que la mejor oportunidad para obtener la remisión de la enfermedad son los dos primeros años de evolución. Lo anterior refuerza la necesidad de un diagnóstico temprano y conductas terapéuticas más razonables y precoces', asegura la doctora Miranda.
Generalmente, se cree que la artritis es una enfermedad exclusiva de la vejez, sin embargo, esta patología también puede afectar a los más pequeños. Cuando esto sucede se le conoce como artritis reumatoide juvenil (ARJ) y, actualmente, por consenso internacional, se le denomina artritis idiopática juvenil (AIJ).
La doctora Marta Miranda, reumatóloga infantil de Clínica Alemana, explica que 'esta enfermedad corresponde a un conjunto de artropatías infantiles de curso crónico y de expresión clínica heterogénea'.
Asimismo, asegura que si bien estas afecciones no tienen curación, la terapia actual permite mantenerlas inactivas para que el niño logre un crecimiento adecuado y una adaptación a su medio lo más normal posible.
Además, como muchas otras enfermedades reumatológicas, la artritis idiopática juvenil compromete el sistema músculo-esquelético, particularmente las articulaciones, produciendo dolor y entumecimiento de las mismas. Se diferencia de las afecciones de tipo traumático u ortopédico -las que también involucran el aparato locomotor- en que la causa es un proceso inflamatorio crónico. Asimismo, este síndrome puede afectar otros órganos y sistemas.
Respecto de la causa exacta, está lejos de ser conocida. 'Probablemente exista una predisposición genética, sobre la cual operan diferentes tipos de estrés, tanto inflamatorios como infecciosos, físicos, químicos o psíquicos, los que actuarían en un sistema inmune 'disfuncional'', asegura la especialista.
La artritis idiopática juvenil es una patología que se conoce poco, primero porque su frecuencia es baja, independiente de la raza y el medio social donde se presente. La doctora Miranda señala que, 'anualmente, aparecen aproximadamente entre 10 y 20 casos nuevos por cada 100.000 niños menores de 15 años'.
A esto se suma que existen factores que contribuyen en el escaso reconocimiento de la enfermedad, como condiciones estructurales y funcionales del aparato locomotor propias del niño, un sistema inmune en desarrollo y una capacidad limitada de verbalizar las molestias. Muchos de estos cuadros no afectan el estado general del menor ni el compromiso inflamatorio tiene una traducción en los exámenes de laboratorio.
La reumatóloga infantil explica que 'la inflamación clínica de la mayoría de ellos dista mucho del concepto de inflamación que estamos acostumbrados a ver en cuadros infecciosos o traumáticos, en los que se
observan signos claros de hinchazón como rubor, calor, aumento de volumen y dolor en su máxima expresión. Esto dificulta el reconocimiento por parte de los padres, interfiere con una consulta y derivación adecuada,
y posterga el diagnóstico precoz'.
Si en la etapa inicial estas artropatías son más o menos similares, en la evolución más allá de los seis meses es posible distinguir seis síndromes
definidos, con algunas características clínicas propias, con pronósticos diferentes y conductas terapéuticas distintas.
Si bien estas afecciones no tienen curación, sí existen tratamientos para sobrellevarlas. 'El objetivo de éstos es mantenerlas 'inactivas' o 'controladas' para evitar el dolor y el daño articular irreversible, favorecer el desempeño psico-social y permitir un crecimiento adecuado'.
Actualmente, el manejo de esta enfermedad es mejor porque se conocen más los mecanismos de la inflamación y los diversos factores que posiblemente interactúan, además, se dispone de mejores técnicas de laboratorio e imágenes que facilitan el diagnóstico. También se cuenta con mayor diversidad de fármacos.
Una de las alternativas para los casos resistentes a la terapia estándar son las terapias denominadas biológicas. En forma paralela, y con igual importancia que el tratamiento medicamentoso, está la rehabilitación integral que incluye los aspectos físicos, psíquicos y nutricionales.
Es importante que las personas y los padres en particular, sepan que las artritis inflamatorias crónicas no son enfermedades exclusivas de los adultos, sino que pueden ocurrir en cualquiera edad. Comprendiendo de qué se trata, participarán más activamente en el tratamiento de sus hijos. Para esto se requiere de un equipo multidisciplinario, compuesto por pediatras reumatólogos o inmunólogos, fisiatras, terapeutas físicos y ocupacionales, psicólogos, oftalmólogos y traumatólogos ortopedistas.
El pediatra y el traumatólogo infantil serán los que deriven en forma oportuna al especialista para la confirmación diagnóstica e inicio de la terapia. 'Actualmente, se reconoce que la mejor oportunidad para obtener la remisión de la enfermedad son los dos primeros años de evolución. Lo anterior refuerza la necesidad de un diagnóstico temprano y conductas terapéuticas más razonables y precoces', asegura la doctora Miranda.