Pero el tema va más allá de un simple elogio. El doctor Alfonso Correa, jefe de la Unidad de Psiquiatría Infantil de Clínica Alemana, sostiene que los refuerzos positivos son importantes, pero junto con ello es fundamental actuar en consecuencia con lo que se dice.
'Por ejemplo, si se les felicita por hacer la cama o vestirse solos, entonces hay que permitir y dar espacios para que lo hagan. Es la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace lo que transmite seguridad y disminuye la incertidumbre, lo que permite que los hijos se reconozcan a sí mismos como capaces', enfatiza.
Sin embargo, hay padres que realizan refuerzos exagerados con los hijos. Esto ocurre cuando no van acompañados de conductas concretas acordes con el motivo por el que se está felicitando o si claramente los elogios no corresponden, lo que aumenta la confusión en el niño y genera más inseguridad.
Es así como alternar entre halagos 'reales' y otros 'no reales', confunde al niño, ya que no sabe cuándo se refiere fielmente a un atributo de él y cuándo no. Lo mismo ocurre cuando el énfasis de un halago a un hijo está en descalificar a otro, lo que crea la sensación interna de que también uno puede ser menospreciado en algún momento.
El doctor Correa aclara que la confianza está en permanente construcción desde que los niños nacen, a través de la disponibilidad para satisfacer sus necesidades y de la sintonía que se logre entre la atención que se le da y las necesidades que tienen. 'Se trata de un proceso permanente, en el cual siempre se puede agregar confianza. Mientras más precoz, constante y prolongada sea la relación padre-hijo, mejor será la seguridad que se logre. La presencia y compañía de los padres en los procesos que viven sus hijos es de vital importancia', enfatiza.
Sin embargo, si previamente ha existido un déficit en esta seguridad, debe hacerse un doble esfuerzo para reparar lo que antes no se logró y para seguir construyendo confianza y seguridad en el futuro. En esta tarea, además del rol de los padres, existen aspectos del colegio y características del profesor que también ayudan.
Es importante, por ejemplo, que el establecimiento educacional tenga una visión integral del ser humano, facilite y potencie la participación de la familia en el proceso de crecimiento, genere instancias para la relación con otros, acepte la diversidad y valore la necesidad del otro. Asimismo, el profesor debe entregar mensajes claros y conductas consistentes, fomentar la autonomía acorde con la edad del niño, facilitar la responsabilidad, estimular la creatividad, potenciar las capacidades y la individualidad, aceptar las diferencias y ser un 'otro' con el que el niño se pueda relacionar.
El especialista explica que la inseguridad se puede mostrar, principalmente, a través de dos formas. La primera es cuando el niño se ve temeroso, retraído, con tendencia a evadir los problemas y con pocas habilidades para resolverlos o enfrentarlos. En estos niños puede confundirse la inseguridad y el miedo con la pena, lo que puede hacer que uno se esfuerce por consolar y sobreproteger, lo que aumenta la inseguridad.
La otra manera es más difícil de detectar, ya que se confunde el temor que tiene el niño con la rabia. El menor, por su inseguridad, está más irritable, con menor tolerancia a la frustración y más desafiante, lo que aumenta el conflicto y genera en los padres conductas de reproche, descalificación o distanciamiento, las que perjudican la seguridad en el niño y aumentan la impotencia en los padres.
Pero hay que distinguir la inseguridad de la timidez, ya que esta última puede corresponder a un niño más introvertido, reflexivo y que analiza las situaciones antes de actuar. Sin embargo, en otras ocasiones, la timidez puede ser una consecuencia de la inseguridad. 'La diferencia es que la timidez no iría contra el desarrollo sano, mientras que la inseguridad es un elemento que altera su proceso de desarrollo', enfatiza el especialista.
Como consecuencia, la inseguridad puede ser un aspecto que facilita la aparición de trastornos en personas predispuestas e influye negativamente en la evolución o el pronóstico de otras. Entre ellos están los trastornos de ansiedad (por separación, de adaptación con síntomas ansiosos, de ansiedad generalizada, fobias y mutismo selectivo); de comportamiento (trastorno oposicionista desafiante, de adaptación con síntomas conductuales); del ánimo (trastorno depresivo), y del desarrollo de la personalidad (rasgos inhibidos y dependientes de personalidad).
Una de los aspectos de la sociedad actual, es que, en gran medida, promueve la inseguridad a través de:
Unidad de Psiquiatría infantil
Teléfono: 210 1114
'Papá, ¿cómo me quedó el dibujo?', pregunta Diego respecto de una imagen que poco tiene de legible, pero que a los ojos de su padre es lo más lindo que ha visto. Situaciones como ésta son recurrentes, especialmente cuando los niños son pequeños, hecho que los padres califican como una manera de criar hijos más seguros en sí mismos.
Pero el tema va más allá de un simple elogio. El doctor Alfonso Correa, jefe de la Unidad de Psiquiatría Infantil de Clínica Alemana, sostiene que los refuerzos positivos son importantes, pero junto con ello es fundamental actuar en consecuencia con lo que se dice.
'Por ejemplo, si se les felicita por hacer la cama o vestirse solos, entonces hay que permitir y dar espacios para que lo hagan. Es la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace lo que transmite seguridad y disminuye la incertidumbre, lo que permite que los hijos se reconozcan a sí mismos como capaces', enfatiza.
Sin embargo, hay padres que realizan refuerzos exagerados con los hijos. Esto ocurre cuando no van acompañados de conductas concretas acordes con el motivo por el que se está felicitando o si claramente los elogios no corresponden, lo que aumenta la confusión en el niño y genera más inseguridad.
Es así como alternar entre halagos 'reales' y otros 'no reales', confunde al niño, ya que no sabe cuándo se refiere fielmente a un atributo de él y cuándo no. Lo mismo ocurre cuando el énfasis de un halago a un hijo está en descalificar a otro, lo que crea la sensación interna de que también uno puede ser menospreciado en algún momento.
El doctor Correa aclara que la confianza está en permanente construcción desde que los niños nacen, a través de la disponibilidad para satisfacer sus necesidades y de la sintonía que se logre entre la atención que se le da y las necesidades que tienen. 'Se trata de un proceso permanente, en el cual siempre se puede agregar confianza. Mientras más precoz, constante y prolongada sea la relación padre-hijo, mejor será la seguridad que se logre. La presencia y compañía de los padres en los procesos que viven sus hijos es de vital importancia', enfatiza.
Sin embargo, si previamente ha existido un déficit en esta seguridad, debe hacerse un doble esfuerzo para reparar lo que antes no se logró y para seguir construyendo confianza y seguridad en el futuro. En esta tarea, además del rol de los padres, existen aspectos del colegio y características del profesor que también ayudan.
Es importante, por ejemplo, que el establecimiento educacional tenga una visión integral del ser humano, facilite y potencie la participación de la familia en el proceso de crecimiento, genere instancias para la relación con otros, acepte la diversidad y valore la necesidad del otro. Asimismo, el profesor debe entregar mensajes claros y conductas consistentes, fomentar la autonomía acorde con la edad del niño, facilitar la responsabilidad, estimular la creatividad, potenciar las capacidades y la individualidad, aceptar las diferencias y ser un 'otro' con el que el niño se pueda relacionar.
El especialista explica que la inseguridad se puede mostrar, principalmente, a través de dos formas. La primera es cuando el niño se ve temeroso, retraído, con tendencia a evadir los problemas y con pocas habilidades para resolverlos o enfrentarlos. En estos niños puede confundirse la inseguridad y el miedo con la pena, lo que puede hacer que uno se esfuerce por consolar y sobreproteger, lo que aumenta la inseguridad.
La otra manera es más difícil de detectar, ya que se confunde el temor que tiene el niño con la rabia. El menor, por su inseguridad, está más irritable, con menor tolerancia a la frustración y más desafiante, lo que aumenta el conflicto y genera en los padres conductas de reproche, descalificación o distanciamiento, las que perjudican la seguridad en el niño y aumentan la impotencia en los padres.
Pero hay que distinguir la inseguridad de la timidez, ya que esta última puede corresponder a un niño más introvertido, reflexivo y que analiza las situaciones antes de actuar. Sin embargo, en otras ocasiones, la timidez puede ser una consecuencia de la inseguridad. 'La diferencia es que la timidez no iría contra el desarrollo sano, mientras que la inseguridad es un elemento que altera su proceso de desarrollo', enfatiza el especialista.
Como consecuencia, la inseguridad puede ser un aspecto que facilita la aparición de trastornos en personas predispuestas e influye negativamente en la evolución o el pronóstico de otras. Entre ellos están los trastornos de ansiedad (por separación, de adaptación con síntomas ansiosos, de ansiedad generalizada, fobias y mutismo selectivo); de comportamiento (trastorno oposicionista desafiante, de adaptación con síntomas conductuales); del ánimo (trastorno depresivo), y del desarrollo de la personalidad (rasgos inhibidos y dependientes de personalidad).
Una de los aspectos de la sociedad actual, es que, en gran medida, promueve la inseguridad a través de:
Unidad de Psiquiatría infantil
Teléfono: 210 1114