Hay otros casos donde sólo se pueden encontrar alteraciones significativas de la socialización, estos son los llamados tipo 'no especificado', los cuales pueden pasar inadvertidos ante un profesional no especialista.
Van evolucionando con el desarrollo del niño, y por eso las necesidades son diferentes de acuerdo a la edad, aunque se mantienen los síntomas esenciales, como las dificultades de socialización, pueden persistir los problemas de
lenguaje -en especial en la forma de cómo se utiliza- y la tendencia a la restricción de intereses.
En general, no es un cuadro que afecte las expectativas de vida, a menos que se padezca una enfermedad de base que sí podría afectarla.
Los trastornos obsesivos generalmente son parte del cuadro y a veces pueden representar un problema significativo. La asociación con retardo mental en el tipo clásico de autismo puede llegar a un 80%. Un 30% puede presentar epilepsia
a lo largo de su vida y en algunos casos hay problemas conductuales que llegan a ser bastante graves. Esta enfermedad también se asocia a dificultades de concentración y, en la adolescencia, los problemas de la esfera afectiva pueden
ser importantes en quienes tienen mejor nivel cognitivo.
El abordaje es multidisciplinario y el método que se usa depende de la etapa del desarrollo. En los primeros años se utiliza fundamentalmente el tratamiento conductual, terapia fonológica y ocupacional. En niños escolares
comienza a tener más importancia el apoyo psicológico, con terapias orientadas a la socialización. Los fármacos deben usarse específicamente cuando hay otras enfermedades que lo hagan necesario.
Departamento de Pediatría
Teléfono: 210 10 15
Persistentes anormalidades sociales y del lenguaje, así como una marcada restricción en el repertorio de intereses y actividades, son características típicas de los niños autistas.
Este es un desorden neuropsiquiátrico grave, definido en 1943 por el médico austriaco Leo Kanner. Si bien aún no se conocen las causas con exactitud, se sabe que su tasa de incidencia lo ubica como la tercera incapacidad de desarrollo
más común, incluso más que el Síndrome de Down. En Chile no se tiene registro del número de pacientes, pero si se extrapolan las cifras internacionales debería haber alrededor de 100.000 personas con este
diagnóstico.
El doctor Marcos Manríquez, neurólogo y psiquiatra infantil de Clínica Alemana, desmitifica y explica algunas interrogantes sobre esta patología.
Actualmente, se piensa que el autismo es causado por una interacción de factores genéticos y ambientales. Si bien no hay un gen específico que cause este trastorno, no se descarta el componente genético del cuadro.
En tanto, el factor ambiental ha demostrado de forma irrefutable su existencia en investigaciones efectuadas con gemelos, pero aún no se han identificado cuáles son los elementos específicos que influirían. Al respecto,
hay que aclarar que existen bastantes estudios que demuestran que las vacunas y las trazas de mercurio no tienen relación con una mayor prevalencia de autismo, como se ha dicho en algunas ocasiones.
Entonces, ¿las vacunas en la niñez no contribuyen de ninguna manera al autismo?
Está demostrado que la vacuna no tiene efecto en la frecuencia del autismo.
Hace 30 años se planteaba que la incidencia del autismo era de 1 en 2.000 individuos. Esta cifra bajó a 1 en 1.000 en los últimos años del siglo XX. Al comienzo de la actual década, la frecuencia aumentó a
1 en 500.
Los últimos estudios plantean una incidencia de 1 en 150, cifra muy alta si se compara con el Síndrome de Down que tiene una frecuencia de 1 en 1.000, transformándolo así de 7 a 8 veces más habitual. Debido a esta
alta tasa algunos ya han llegado a plantearlo como una epidemia.
La mayoría de los autores concuerda en que este aumento se debe a que la enfermedad es mucho más diagnosticada que antes, ya que los profesionales de la salud la tienen más presente y saben más al respecto.
La alteración de la socialización es un elemento común. Esto no significa que no tengan habilidades sociales, sino que poseen las inadecuadas.
Otras características que generalmente están presentes y son necesarios para el diagnóstico de algunos de los subtipos de autismo, son alteración del lenguaje y restricción de intereses.
En los autistas tipo 'Leo Kanner', con un pronóstico más reservado, hay una forma de presentación muy dispar, como cuadros con alteraciones significativas del lenguaje, socialización y restricción de intereses, generalmente
asociado a retardo mental.
Hay otros casos donde sólo se pueden encontrar alteraciones significativas de la socialización, estos son los llamados tipo 'no especificado', los cuales pueden pasar inadvertidos ante un profesional no especialista.
Van evolucionando con el desarrollo del niño, y por eso las necesidades son diferentes de acuerdo a la edad, aunque se mantienen los síntomas esenciales, como las dificultades de socialización, pueden persistir los problemas de
lenguaje -en especial en la forma de cómo se utiliza- y la tendencia a la restricción de intereses.
En general, no es un cuadro que afecte las expectativas de vida, a menos que se padezca una enfermedad de base que sí podría afectarla.
Los trastornos obsesivos generalmente son parte del cuadro y a veces pueden representar un problema significativo. La asociación con retardo mental en el tipo clásico de autismo puede llegar a un 80%. Un 30% puede presentar epilepsia
a lo largo de su vida y en algunos casos hay problemas conductuales que llegan a ser bastante graves. Esta enfermedad también se asocia a dificultades de concentración y, en la adolescencia, los problemas de la esfera afectiva pueden
ser importantes en quienes tienen mejor nivel cognitivo.
El abordaje es multidisciplinario y el método que se usa depende de la etapa del desarrollo. En los primeros años se utiliza fundamentalmente el tratamiento conductual, terapia fonológica y ocupacional. En niños escolares
comienza a tener más importancia el apoyo psicológico, con terapias orientadas a la socialización. Los fármacos deben usarse específicamente cuando hay otras enfermedades que lo hagan necesario.
Departamento de Pediatría
Teléfono: 210 10 15