Ana María Dávila, psicóloga de Clínica Alemana, explica que los modales, al igual que cualquier hábito, se deben establecer tempranamente y se van adquiriendo a fuerza de costumbre. 'Así como el lavado de dientes requiere inicialmente de una estricta supervisión, la adquisición de buenos modales también se obtiene a través de una permanente presencia del adulto: enseñando, recordando, mostrando. Esto se aplica para conductas como saludar, despedirse, dar las gracias, pedir por favor, comer adecuadamente, ordenar sus pertenencias, respetar a los demás, etc'.
Los principales referentes para aprender buenos modales son los adultos a cargo del cuidado de los niños. Por lo tanto, los padres juegan un rol importantísimo como modelos. No se puede pretender inculcar hábitos o actitudes de respeto y consideración hacia otros si no se enseña con ejemplos y consistencia. Los buenos modales pueden ir adquiriéndose junto con el lenguaje.
Es importante regular constantemente este tipo de comportamientos, recordándoles a los niños la importancia de agradecer, pedir por favor, comer bien, ordenar y hacerse responsable de sus pertenencias. La rutina diaria y la vida cotidiana dan la oportunidad para ejercitar estos buenos modales. Lo importante es ser consistentes y perseverantes en la educación.
A través de la enseñanza de estas conductas y actitudes, se van transmitiendo valores fundamentales de respeto y cortesía, a la vez que se estímula el desarrollo de la capacidad de empatía.
Es importante recordar que retar o castigar no es la mejor opción, lo ideal es mostrar con el ejemplo, felicitar y repetir cuantas veces sea necesario lo que interesa enseñar. 'Como en todo aprendizaje, el refuerzo positivo, el estímulo y el cariño son siempre mejores aliados que el reto, la crítica y el castigo. Es fácil inculcar buenos modales y cortesía siendo amables y estimulantes con los niños', dice la psicóloga.
Algunos hábitos de sueño, higiene y alimentación suelen estar asociados a ciertos horarios e, incluso, se facilita su establecimiento cuando hay referentes temporales que guían. Un claro ejemplo de esto son los hábitos que se relacionan con el ciclo del día y la noche. Los hábitos dan orden y estructura a los niños y éstos a su vez seguridad.
Es importante que los deberes y responsabilidades que se quieran inculcar dependan de la edad del niño, de sus habilidades y capacidades, de modo que estén realmente a su alcance. 'A un niño de 2 años no se le puede pedir que tienda su cama o lave la loza, pero sí podemos pedirle que nos ayude a recoger la ropa, a acomodar cojines o a guardar cucharas. A medida que crezca, podemos ir dándoles más responsabilidades en cada una de las tareas de las cuales pretendemos hacerlos responsable, estableciendo paulatinamente la noción de 'cooperación', 'reciprocidad' y 'respeto hacia los demás'', explica la psicóloga.
Servicio de Psiquiatría Infantil
Teléfono: 210 10
'Por favor', 'gracias' y 'de nada', son palabras consideras por algunos mágicas, ya que transmiten cooperación, agradecimiento y respeto hacia los demás.
Ana María Dávila, psicóloga de Clínica Alemana, explica que los modales, al igual que cualquier hábito, se deben establecer tempranamente y se van adquiriendo a fuerza de costumbre. 'Así como el lavado de dientes requiere inicialmente de una estricta supervisión, la adquisición de buenos modales también se obtiene a través de una permanente presencia del adulto: enseñando, recordando, mostrando. Esto se aplica para conductas como saludar, despedirse, dar las gracias, pedir por favor, comer adecuadamente, ordenar sus pertenencias, respetar a los demás, etc'.
Los principales referentes para aprender buenos modales son los adultos a cargo del cuidado de los niños. Por lo tanto, los padres juegan un rol importantísimo como modelos. No se puede pretender inculcar hábitos o actitudes de respeto y consideración hacia otros si no se enseña con ejemplos y consistencia. Los buenos modales pueden ir adquiriéndose junto con el lenguaje.
Es importante regular constantemente este tipo de comportamientos, recordándoles a los niños la importancia de agradecer, pedir por favor, comer bien, ordenar y hacerse responsable de sus pertenencias. La rutina diaria y la vida cotidiana dan la oportunidad para ejercitar estos buenos modales. Lo importante es ser consistentes y perseverantes en la educación.
A través de la enseñanza de estas conductas y actitudes, se van transmitiendo valores fundamentales de respeto y cortesía, a la vez que se estímula el desarrollo de la capacidad de empatía.
Es importante recordar que retar o castigar no es la mejor opción, lo ideal es mostrar con el ejemplo, felicitar y repetir cuantas veces sea necesario lo que interesa enseñar. 'Como en todo aprendizaje, el refuerzo positivo, el estímulo y el cariño son siempre mejores aliados que el reto, la crítica y el castigo. Es fácil inculcar buenos modales y cortesía siendo amables y estimulantes con los niños', dice la psicóloga.
Algunos hábitos de sueño, higiene y alimentación suelen estar asociados a ciertos horarios e, incluso, se facilita su establecimiento cuando hay referentes temporales que guían. Un claro ejemplo de esto son los hábitos que se relacionan con el ciclo del día y la noche. Los hábitos dan orden y estructura a los niños y éstos a su vez seguridad.
Es importante que los deberes y responsabilidades que se quieran inculcar dependan de la edad del niño, de sus habilidades y capacidades, de modo que estén realmente a su alcance. 'A un niño de 2 años no se le puede pedir que tienda su cama o lave la loza, pero sí podemos pedirle que nos ayude a recoger la ropa, a acomodar cojines o a guardar cucharas. A medida que crezca, podemos ir dándoles más responsabilidades en cada una de las tareas de las cuales pretendemos hacerlos responsable, estableciendo paulatinamente la noción de 'cooperación', 'reciprocidad' y 'respeto hacia los demás'', explica la psicóloga.
Servicio de Psiquiatría Infantil
Teléfono: 210 10