A principios de agosto de este año saqué una hora al médico, ya que me quise revisar los lunares porque soy adicta al sol y al solarium; y siempre en esta época comienzo a hacer más vida al aire libre.
Cuando el doctor Raúl Cabrera, jefe de Dermatología de Clínica Alemana, me examinó con el dermatoscopio digital -cámara conectada a un sistema computacional que “mapea” toda la piel del cuerpo y que amplifica estas imágenes hasta en 70 veces, permitiendo visualizar estructuras que son irreconocibles en un examen ocular o con lupa corriente- encontró un lunar de mal aspecto e inmediatamente dijo que había que sacarlo.
Días después, extirparon el lunar. Vine sola a hacer este “trámite”, porque para mí era algo sencillo, sin complicaciones. Cuando me llamaron para decirme que estaba lista la biopsia, no sé por qué presentí que las noticias no eran buenas. Le pedí a mi marido que me acompañara a buscar el examen. Cuando lo abrí, decía “melanoma in situ”, es decir, cáncer de piel.
El doctor Cabrera fue bien directo, me explicó que por suerte lo sacamos a tiempo, porque en cinco meses más el pronóstico de esta enfermedad habría sido muy diferente. Ahí entré en shock, porque soy mamá de dos niños chicos, fue una sensación horrible.
Tengo muchos lunares en todo el cuerpo, entonces, si me preguntan si me di cuenta que tenía uno extraño, diría que era imposible, nunca me miré el lunar del problema. Además, estaba en la espalda, a la altura del sostén.
Fue causa del destino que llegara ese día a la consulta y me lo sacaran. Siempre supe que tomar sol era peligroso, pero nunca le di importancia. El sol era mi vida, me exponía a él desde la mañana hasta la tarde durante todo el verano, además nunca he usado factor solar, siempre bronceador.
Las indicaciones del dermatólogo son claras de aquí para adelante, nada de sol ni de solarium y usar filtro solar con factor de protección 50 todo el día. Puedo estar en el exterior, pero tomando las medidas de fotoprotección.
En mi familia no hay nadie con antecedentes de cáncer a la piel, a pesar de que todos aman el sol y la vida al aire libre. Soy la primera a la que le toca sufrir un melanoma. Ahora me debo revisar cada tres meses, pero posteriormente será con intervalos más espaciados en la medida que no haya cambios en otros lunares. Tengo marcados alrededor de 20 que son peligrosos y que hay que monitorear.
En una persona que tuvo un melanoma, lo más probable es que se repita, por eso debo controlarme seguido, para detectarlo a tiempo. El cáncer que padecí es gravísimo y se ramifica muy rápido. Para mí el sol es un placer, pero ahora, se acabó. No puedo volver a pasar por esto.