La principal pérdida de piezas dentarias después de los 40 años es consecuencia de la enfermedad periodontal. Esta afección es una inflamación de la encía y de los tejidos que rodean al diente, provocada por
bacterias. En estados iniciales, prácticamente no produce dolor. Sus síntomas más frecuentes son el sangrado de encía, el descubrimiento de los cuellos dentarios y su consecuente mayor sensibilidad. También puede
haber movilidad, desplazamiento de los dientes y halitosis (mal aliento).
Lamentablemente, esta patología produce la pérdida irreversible del tejido de soporte del diente. Con el tratamiento es posible detener el avance
de la enfermedad, pero no recuperar completamente los tejidos perdidos.
Por eso, la mejor forma de cuidar la salud bucal es la prevención, entendida como promoción de salud, tratamiento precoz o limitación del daño.
En este sentido es clave la higiene bucal, la que debe realizarse con cepillos suaves, de forma minuciosa y utilizando algunos co-ayudantes, como por ejemplo la seda dental, los cepillos unipenachos o los interdentales. Es aconsejable
contar con la supervisión de un especialista, porque éste puede entregar una orientación personalizada para cuidar el estado de las encías, controlar que no se produzcan caries y hacer higienizaciones periódicas.
Para reemplazar una pieza dental, la alternativa más actual y duradera es el implante: dientes de acrílico o porcelana que se atornillan a un perno de titanio puesto dentro del hueso, tanto en maxilar, como en la mandíbula.
Si bien cada persona debe ser evaluada para saber si se puede someter a esta cirugía, en la mayoría de los casos es posible efectuarla. Hay ocasiones en que el buen estado del paciente permite que el proceso se realice en
un solo día, es decir, poner los implantes y la prótesis en la misma intervención.
Una vez instalada la prótesis se debe seguir con los cuidados, ya que si no se controla puede tener algún tipo de
desajuste y generar presiones que, a la larga, dañan la integración del implante en el hueso. Si el adulto mayor sigue visitando al dentista y controlándose, puede hacer una vida totalmente normal.
Esto es fundamental, ya que en esta edad muchas personas -debido a la falta de dentadura- evitan comer ciertos alimentos,
lo que puede llevar a una mala nutrición. Otra ventaja que trae este tratamiento es que se puede masticar en forma óptima la comida. Con esto se evitan trastornos intestinales, derivados de la mala trituración.
Durante su vida, las personas mayores generalmente han sido afectadas por varios episodios
patológicos en su boca, como caries y enfermedades periodontales, lo que aumenta el riesgo de pérdida de piezas dentarias.
Es por eso que históricamente la mutilación dentaria como consecuencia del 'envejecimiento'
ha sido asumida como una realidad. Pero esta creencia está siendo poco a poco desechada gracias a los avances científicos, que han permitido un conocimiento más acabado de las afecciones de la cavidad bucal, lo que hace posible
prolongar la vida de las piezas dentarias.
La principal pérdida de piezas dentarias después de los 40 años es consecuencia de la enfermedad periodontal. Esta afección es una inflamación de la encía y de los tejidos que rodean al diente, provocada por
bacterias. En estados iniciales, prácticamente no produce dolor. Sus síntomas más frecuentes son el sangrado de encía, el descubrimiento de los cuellos dentarios y su consecuente mayor sensibilidad. También puede
haber movilidad, desplazamiento de los dientes y halitosis (mal aliento).
Lamentablemente, esta patología produce la pérdida irreversible del tejido de soporte del diente. Con el tratamiento es posible detener el avance
de la enfermedad, pero no recuperar completamente los tejidos perdidos.
Por eso, la mejor forma de cuidar la salud bucal es la prevención, entendida como promoción de salud, tratamiento precoz o limitación del daño.
En este sentido es clave la higiene bucal, la que debe realizarse con cepillos suaves, de forma minuciosa y utilizando algunos co-ayudantes, como por ejemplo la seda dental, los cepillos unipenachos o los interdentales. Es aconsejable
contar con la supervisión de un especialista, porque éste puede entregar una orientación personalizada para cuidar el estado de las encías, controlar que no se produzcan caries y hacer higienizaciones periódicas.
Para reemplazar una pieza dental, la alternativa más actual y duradera es el implante: dientes de acrílico o porcelana que se atornillan a un perno de titanio puesto dentro del hueso, tanto en maxilar, como en la mandíbula.
Si bien cada persona debe ser evaluada para saber si se puede someter a esta cirugía, en la mayoría de los casos es posible efectuarla. Hay ocasiones en que el buen estado del paciente permite que el proceso se realice en
un solo día, es decir, poner los implantes y la prótesis en la misma intervención.
Una vez instalada la prótesis se debe seguir con los cuidados, ya que si no se controla puede tener algún tipo de
desajuste y generar presiones que, a la larga, dañan la integración del implante en el hueso. Si el adulto mayor sigue visitando al dentista y controlándose, puede hacer una vida totalmente normal.
Esto es fundamental, ya que en esta edad muchas personas -debido a la falta de dentadura- evitan comer ciertos alimentos,
lo que puede llevar a una mala nutrición. Otra ventaja que trae este tratamiento es que se puede masticar en forma óptima la comida. Con esto se evitan trastornos intestinales, derivados de la mala trituración.