En el embarazo, las hormonas pueden bloquear el desempeño de la insulina ocasionando un aumento de los niveles de glucosa en la sangre de la madre, es decir, provocando diabetes gestacional.
Dentro de los factores de riesgo más importantes están los antecedentes familiares cercanos de diabetes y la obesidad antes y durante el embarazo.
El doctor Ricardo von Mühlenbrock, ginecólogo de Clínica Alemana, explica que todas las embarazadas deben realizarse en los tres primeros meses una prueba de glicemia en ayunas para descartar una diabetes preexistente. Además, al cumplir 24 semanas de gestación se deben hacer una Prueba de Tolerancia Oral de Glucosa, que consiste en consumir una sobrecarga de glucosa y controlar la glicemia a las dos horas.
El especialista asegura que, en la mayoría de los casos, la diabetes gestacional se presenta sin síntomas, es decir, no se diagnostica si no se piden estos exámenes. Sí puede sospecharse en mujeres que suben mucho de peso durante el embarazo o cuando hay fetos grandes (macrosómicos), mucha cantidad de líquido amniótico (polihidroamnios) o infecciones recurrentes.
Para controlar esta enfermedad, la gran mayoría solo debe seguir una dieta estricta que consiste en la restricción de hidratos de carbono y calorías. Se aconseja subir lo menos posible de peso y realizar una rutina de ejercicios moderados. En ocasiones, si esto no es efectivo, el especialista debe indicar insulina o hipoglicemiantes orales.
Cuando la diabetes gestacional no es tratada, el recién nacido puede tener complicaciones como prematuridad, inmadurez pulmonar, ictericia, bajos niveles de azúcar en la sangre y alto peso de nacimiento o hijos macrosómicos (mayor de 4.000 gr), los que pueden presentar traumatismos durante el nacimiento por la dificultad de su extracción.
En tanto, los riesgos para la madre son mayor frecuencia de partos prematuros o con fórceps y cesáreas.
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