En las últimas décadas se han producido muchos cambios sociales de manera progresiva, por lo que los niños han ido adquiriendo distintas características que les permiten adaptarse a este escenario, muy distinto al que enfrentaron sus papás en la niñez. La psicóloga infantil de Clínica Alemana, Sandra Oltra, explica que los “niños de hoy” sondiferentes así como lo han sido en generaciones anteriores, debido al contexto histórico que les tocó.
Las diferencias se van observando progresivamente, pero las que más impactan son la capacidad de opinar y participar que tienen en etapa escolar. A diferencia de épocas pasadas, en que simplemente obedecían a la autoridad sin cuestionamiento, ahora expresan su opinión en distintos temas y les interesa estar involucrados en lo que sucede a su alrededor.
“El hecho de pertenecer a una generación sin fronteras en el acceso a la información y relaciones sociales, los ubica en el mundo de un modo activo y desarrolla en ellos una manera de ver las cosas muy distinta a la que conocíamos. Les amplía posibilidades, permitiéndoles abrirse a la diversidad y pluralismo, además de reconocerse como personas más allá de que aún estén desarrollando sus potencialidades. Para los adultos, puede parecer que son más seguros y extrovertidos, pero estas características van a variar dependiendo de cada niño según su individualidad. Un rasgo común puede ser la capacidad de adaptación a los cambios, que los hace más abiertos ante las distintas realidades que se van gestando con los saltos tecnológicos y sociales”, enfatiza.
El ser ‘nativo-digitales’, ¿cómo afecta su aprendizaje?
La tecnología ha cambiado en forma radical el proceso de aprendizaje. Los niños buscan información rápida y práctica. Les motiva la información multisensorial, es decir, a través de imágenes, audio, juego de roles, entre otras cosas. Por lo tanto, sus intereses van a ir variando dependiendo de cómo adquieren el conocimiento.
Ellos buscan la inmediatez, soluciones prácticas y concretas y son capaces de estar atentos a muchos estímulos a la vez, lo que si bien resta concentración en algunos casos, permite acceder a mucha más información del medio.
La desventaja podría ser la falta de reflexión y profundización, aspectos muy valorados en generaciones anteriores, pero que responden a la necesidad de adaptación a los cambios rápidos y sucesivos. Es tarea de los papás guiar a los niños en la valoración del proceso reflexivo, el conocimiento profundo y la riqueza de la elaboración personal, más allá del abreviado link.
¿En qué medida esta forma de ser los determina en la adultez?
Es difícil predecir cómo se comportarán en su vida adulta, sobre todo asumiendo que estamos en permanente cambio, pero de mantenerse las características desarrolladas a partir de lo que les ha tocado experimentar, es probable que como adultos sean más conscientes de que su participación en el mundo no pasa solo por seguir reglas preestablecidas, sino por innovar según sus intereses y valores comunes. No le tendrán miedo al cambio y eso les permitiría realizar modificaciones importantes en todas las áreas: cómo enfrentar un trabajo, la familia e, incluso, permitirse la flexibilidad en la toma de decisiones.
¿Cómo afecta este nuevo modelo de niños en la relación con los padres?
Principalmente, influye en el manejo de la autoridad. Nosotros crecimos entendiendo que autoridad es el que manda y la obediencia demuestra que la estamos ejerciendo bien. Cuando nos dimos cuenta de que los niños discutían acerca de las normas impuestas, dudamos de nuestra capacidad para ejercer esta autoridad, lo que dejó un espacio de libre decisión en los hijos en aspectos que no están preparados. Esto ocasiona confusión y sensación de pérdida de control de los padres y la percepción de ambigüedad de parte de los niños.
¿Qué cosas importantes de este ‘nuevo modelo de niño’ deben tener en cuenta los papás?
El principal cambio que necesitamos comprender es que la autoridad la podemos ejercer en participación. Como el ‘buen liderazgo’, requiere de normas claras y consecuentes, seguridad y coherencia, con el objetivo de guiar y educar para la interiorización de valores y normas, no solo en la búsqueda de la obediencia.
Los niños parecen más autónomos y osados, sin embargo, son personas en formación, por lo que requieren de la guía adulta, sin sobreprotección ni libertades que los angustien, sino con la seguridad de estar orientándolos. En la confusión acerca de cómo criar a estos niños opinantes, hemos dejado en ellos la toma de decisiones acerca de situaciones en que no conocen los riesgos, pero ante el temor natural de los padres, luego los sobreprotegemos. Lo que falta es la guía previa, es decir, el liderazgo eficaz y positivo.
Del modelo ‘más clásico’ de crianza, ¿qué aspectos se podrían rescatar?
La función formadora de los niños, ya que necesitan saber cómo administrar los conocimientos e intereses que poseen. Asimismo, el manejo de la autoridad, imprescindible para la contención, seguridad, desarrollo de la confianza, autodominio y tolerancia en su proceso de crecimiento. La tolerancia a la frustración también debe ser enseñada con amor y paciencia, ya que es imprescindible para llevar a cabo metas y proyectos.
Departamento de Pediatría
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