Unidad de Psiquiatría Infantil
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Las edades más difíciles son las del oposicionismo (etapa de pataletas, alrededor de los tres años), y la adolescencia en sus distintas subetapas, por rebeldía, necesidad de diferenciación o redefinición dela identidad, y comienzo de su propia relación de pareja. “A menor edad, esto es más difícil para el niño con el padre del sexo opuesto, debido alcomplejo de Edipo o Electra. Más adelante, dependerá de cómo es la relación con los padres, delproceso de formación de la identidad y del modelo de padre del mismo sexo que el hijo tenga”, enfatiza.
Generalmente, para las mamás es más difícil enfrentar una nueva pareja con los hijos, ya que son ellas las que, en la mayoría de los casos, viven con los niños y también porque los hombres toleran menos estar solos y se emparejan antes.
“Después del divorcio o separación, la mamá, al no tener pareja, tiende a transformar la relación con sus hijos en lo más importante de su vida, dedicándose de lleno a la crianza, y los niños se vuelven cada vez más dependientes de su atención, estableciéndose una especie de acuerdo tácito de ‘yo estoy bien solamente si tú haces lo que yo quiero’ impidiendo el sano desarrollo tanto del hijo como de la mamá”, destaca.
En los casos de mamás solteras, puede ser más difícil que se forme una relación de pareja sana, ya que hay mayor riesgo de una relación más dependiente, incluso, simbiótica, lo que daña el desarrollo de ambos, aunque si la relación ha sido sana, no debería haber más dificultades que las normales.
¿Qué hacer?
Para el especialista, lo más importante es que el papá o mamá esté segurodel términode la relación anterior y que eso esté debidamente informado a los hijos, además de no tener dudas del nuevo vínculo que se está formando.
“Existen separaciones transitorias, 'juegos de separación' o separaciones no reveladas a los hijos que se intentan ocultar bajo mentiras. Todas estas situaciones son más dañinas y tienden a dificultar más aún la comprensión o aceptación de la existencia de una nueva relación de uno de los padres, fomentando la confusión”, enfatiza.
De la nueva relación, hay que contarles en un espacio individual con el o los hijos de una edad cercana,dando información gradual y acorde a la edad, respetando la decisión del niño por conocer a esa nueva pareja. No se debe pedir permiso al hijo ni excusarse, ya que hacerlo es un signo de inseguridad del adulto. En ese caso, debería pedir ayuda de un experto para no dañar al niño.
Frente a las diversas emociones que pueden existir, si no se manejan adecuadamente o si el padre tiene alguna patología emocional o de personalidad, el niño puede tener diversas manifestaciones, como mayor irritabilidad, menos concentración, baja en el rendimiento escolar, poco ánimo y ansiedad.
Se aconseja consultar cuando se ha constituido un trastorno de adaptación, es decir, que ha superado lo normal en cuanto a tiempo o intensidad de reacción, o si el evento desencadenante no logra ser reparado (por ejemplo, entregar información ambivalente en forma permanente).
Frente a una consolidación de la nueva relación o matrimonio, es importante que los padres se enfoquen en tener una buena relación con el o los hijos y lograr un acuerdo mínimo, independiente de los conflictos que puedan seguir teniendo en lo conyugal. “Dentro de una decisión madura, el nuevo matrimonio se va informando a los hijos según se van tomando las decisiones, teniendo cuidado de no dar por hecho las cosas que aún son inciertas. Asimismo, la nueva pareja debe ejercer un rol nutricio y normativo, como todo adulto que comienza a compartir mucho tiempo con el o los niños”, concluye.
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