1. No confiarse: Los padres o adultos responsables de un niño no deben perderlo de vista cuando está cerca de una piscina, río o mar. Es importante supervisarlo y estar atento todo el tiempo. Hay que dejar las distracciones de lado, como uso de celulares, mirar programas de TV, ir a preparar algo a la cocina, etc. Si el menor no sabe nadar, debe estar a una distancia máxima de un brazo del cuidador. No hay que confiarse aunque el pequeño sepa nadar, ya que puede ahogarse igual por el peso de la ropa o por el nerviosismo que le produce la caída.
2. Rejas: Ponerlas alrededor de la piscina. Se recomienda no retirarlas cuando los niños de la casa ya han crecido, porque los hijos de familiares o amigos también pueden caerse al agua y sufrir un accidente. Debiera tener al menos 1,50 mt de altura con barrotes separados por 15 cm. como máximo. Así un niño no puede pasar la cabeza. La puerta se debe abrir hacia fuera, con un dispositivo de cierre automático y cerradura.
3. Alarma y cubierta: No remplazan la reja. La primera, no previene los accidentes de inmersión, solamente avisa lo que está ocurriendo en la piscina. En el segundo caso, es posible adicionar a la reja una malla o plástico cobertor, los que deben resistir hasta 120 kg.
4. Flotadores: Las “alitas” o flotadores de brazos no son confiables, porque no mantienen la cabeza fuera del agua. Son un elemento de ayuda, pero no reemplazan el acompañamiento o supervisión de un adulto. A los niños se les debe poner un chaleco salvavidas adecuado a su peso y tamaño (se debe leer su etiqueta y verificar si es el que corresponde).