“Es la madre quien está preparada, tanto física como psicológicamente, para generar este vínculo. Desde el embarazo ya se producen cambios físicos en ella -hormonales, endocrinos y neurobiológicos- que la disponen para este lazo y para crear una relación de empatía y reconocimiento recíproco, así como de nutrición y cobijo con los hijos”, sostiene.
Posteriormente, desde la etapa preescolar, la madre, junto con otras figuras de apego, es quien acompaña el crecimiento del hijo, reafirmando su seguridad, autonomía e individualidad con su entorno. “Tanto el papá como la mamá son muy importantes, pero al principio el rol de la madre es protagónico, ya que ella funciona como un recipiente para las emociones del hijo, dándoles forma y logrando modularlas para que el niño las reconozca e identifique en sí mismo, permitiéndole expresarlas adecuadamente en el futuro”, enfatiza.
¿El rol de la mamá es más importante según la edad del niño?
La figura de apego principal es sobre todo importante el primer año y medio, ya que es la base sobre la cual el niño va creando su forma de relacionarse con el mundo y según como sea, tendrá una base segura, que le dará confianza para explorar, conocer, interactuar y desarrollarse en general.
¿Es igual para niños y niñas?
Para el proceso de vinculación, durante los dos primeros años, el rol de la mamá incide de igual forma en hombres y mujeres. Después comienza a construirse en forma más gravitante la identidad sexual, por lo que los niños toman de la mamá los aspectos necesarios para su formación (visión de mundo, mayor reconocimiento de emociones y contacto emocional, empatía y una visión más holística de la realidad). Para las niñitas, además, tiene relación con la formación de su propia identidad, tanto sexual como general.
¿Qué pasa cuando la mamá está ausente?
Si no está en las primeras etapas del desarrollo, es fundamental una figura adulta que pueda desempeñar el rol de apego principal. Si bien es la madre la que está psico-biológicamente mejor preparada, este vínculo lo podrá desempeñar la persona que más interactúe con el niño satisfaciendo sus necesidades afectivas y nutricionales, conteniendo, acompañando y leyendo sus emociones. Mientras antes, estable y disponible sea, mejor podrá suplir y acercarse a lo que podría ser la mamá. Esta situación se da en casos extremos de adopciones y fallecimiento postparto, pero también se puede dar en casos de temprana incorporación de la madre al trabajo, sobre todo si es muy extenso. En estos casos, es importante que alguien desempeñe ese rol para crear en el niño un tipo de vinculación lo más sana posible.