La ansiedad es frecuente entre los adultos, se produce por situaciones de preocupación que mantienen en constante estrés a quienes las sufren, pero ¿puede suceder esto a los niños, cómo detectarlo y qué hacer para ayudarlos?
El doctor Alfonso Correa, jefe de la Unidad de Psiquiatría Infantil, aclara las interrogantes más frecuentes.
La ansiedad está presente desde antes de nacer, es parte del desarrollo y puede sobrepasar los límites de la normalidad a cualquier edad.
Los signos de una ansiedad patológica varían según la edad. En un lactante, predominan síntomas en relación a lo somático (físico) general y a cambios en la alimentación y sueño.
En tanto, en el preescolar imperan síntomas somáticos más localizados, como problemas gastrointestinales o dermatológicos, manteniéndose las alteraciones en el sueño y alimentación.
Luego, aparecen la cefalea y cambios conductuales como mayor nivel de actividad y desorganización de la conducta. Por último, en adolescentes, a los síntomas somáticos se agregan mayor nivel de expectación ansiosa, inseguridad, temblor e insomnio, entre otros.
Hay aspectos que para cada edad son la fuente de ansiedad normal, pero que en exceso o ante la predisposición biológica, pueden generar ansiedad o angustia patológica.
En lactantes, la inseguridad se da por falta de contención física o de cuidados, y debido a la insatisfacción de necesidades. En preescolares, suelen generar ansiedad la oscuridad, algunos animales, el miedo al abandono, y, en el mundo imaginario, los monstruos y otros seres. En tanto, en escolares las fuentes mayores de ansiedad se asocian al rendimiento académico, para luego agregarse durante la adolescencia las relacionadas al desempeño social.
Es importante que entreguen seguridad y afecto desde el comienzo del desarrollo. Deben ofrecer límites claros y consistentes, especialmente, durante la etapa preescolar y la adolescencia; ser modelos de buen manejo de la ansiedad, y tener una acogida oportuna y constante respecto del estado emocional del hijo.
No sobreexponer a los niños a situaciones de angustia; acoger y dar oportuna resolución a la ansiedad excesiva y fortalecer la seguridad en sí mismos. Así se desarrollan herramientas para la resolución de problemas y aumenta la sensación de ser competente.