El cáncer de mama es tumor que aparece en la mama. El 99% comienza en los conductos que llevan la leche al pezón y en los lobulillos donde se produce la leche. En este caso se denomina carcinoma.
También puede existir cáncer en la piel de la mama, pezón y tumores en el tejido conectivo de la misma, como fibra muscular, grasa y vasos sanguíneos. Se conoce como sarcoma y son extremadamente infrecuentes.
El carcinoma ductual y el lobulillar tienen tratamientos similares a través de cirugía, quimioterapia, radioterapia y hormonoterapia. En cambio, en el caso del sarcoma, la terapia hormonal no está indicada.
Es importante destacar que cuando el tumor es detectado “in situ”, es decir, tempranamente, la paciente tiene una muy buena sobrevida e, incluso, la patología puede ser curada.
Luego de esta etapa, es posible que el cáncer se vuelva infiltrante, pasando la membrana basal del epitelio e invadiendo vasos sanguíneos y linfáticos, los cuales pueden llevar células al torrente linfático o sanguíneo hasta desarrollar metástasis.
Importancia de la mamografía
Este examen es muy relevante en la prevención del cáncer de mama, porque permite pesquisar lesiones no palpables con un examen físico. Así es posible hacer el diagnóstico en etapas tempranas, que es cuando hay mejor pronóstico, ya que mientras más grande más compleja la enfermedad.
La mamografía permite vigilar las microcalcificaciones, que es la situación ideal para diagnosticar precozmente esta enfermedad.
Si no existen antecedentes familiares de esta patología, se recomienda que la primera mamografía sea a los 40 años y luego, seguir controlándose anualmente.
Este artículo se realizó con la colaboración del Dr. Hugo Rojas, cirujano oncólogo del Centro de la Mama de Clínica Alemana.