Los terrores nocturnos se producen, principalmente, por variables de predisposición genética desconocidas. De hecho, el 96% de los niños que pasan por esto tienen antecedentes familiares del mismo cuadro, el que se acentúa frente al mayor cansancio físico, estrés, fiebre y algunos fármacos, explica el especialista.
¿Qué hacer?
El especialista recomienda comprender los terrores nocturnos como un fenómeno frecuente, que no significa una patología.
Asimismo, es importante mantener la calma frente al niño, asegurarse de que no se haga daño durante el episodio y no despertarlo intencionalmente, ya que facilita un despertar confuso (desde una etapa profunda de sueño) lo que será más confuso aún si los padres están a su lado angustiados y el niño no sabe por qué.
Si bien estos episodios son normales entre los seis y diez años, cuando se vuelven muy frecuentes, intensos, se asocian a sonambulismo, y perturban la dinámica familiar, se debe consultar a un especialista.
“El tratamiento consiste en la psicoeducación a los padres respecto a lo autolimitado del hecho en la mayoría de los casos, transmitiendo tranquilidad, y explicando que estos episodios solo durarán un periodo y que en sí mismo el fenómeno no reviste daño para el niño”, explica el doctor Correa.
Agrega que en los casos que requiere un tratamiento farmacológico se usan medicamentos que disminuyen la etapa III y IV de sueño NoREM (antidepresivos tricíclicos) o benzodiazepinas, por algunas semanas, con buena respuesta.
Es importante manejar bien estos episodios porque si los padres no reaccionan adecuadamente pueden generar mucha ansiedad en el niño, lo que puede extender el cuadro.
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Sudoración, agitación y, además si el niño despierta en pleno episodio, siente pánico por no reconocer su alrededor. Estas son algunas de las características de los terrores nocturnos, eventos que ocurren durante la etapa de sueño profundo (en la fase III del sueño NoRem).
El doctor Alfonso Correa, jefe de la Unidad de Psiquiatría Infantil de Clínica Alemana, explica que es muy importante diferenciar este trastorno de las pesadillas, porque en el terror nocturno el niño no reconoce a las personas que están a su alrededor y, una vez que termina el episodio, no hay recuerdo de lo vivido. En cambio, en la pesadilla el niño se despierta angustiado, pero es posible calmarlo, y sí la recuerda al siguiente día.
También se debe distinguir de otros fenómenos de angustia que ocurren en la noche, pero estando el niño despierto, como la 'fobia a la oscuridad' o el 'trastorno de ansiedad de separación'.
Los terrores nocturnos se producen, principalmente, por variables de predisposición genética desconocidas. De hecho, el 96% de los niños que pasan por esto tienen antecedentes familiares del mismo cuadro, el que se acentúa frente al mayor cansancio físico, estrés, fiebre y algunos fármacos, explica el especialista.
¿Qué hacer?
El especialista recomienda comprender los terrores nocturnos como un fenómeno frecuente, que no significa una patología.
Asimismo, es importante mantener la calma frente al niño, asegurarse de que no se haga daño durante el episodio y no despertarlo intencionalmente, ya que facilita un despertar confuso (desde una etapa profunda de sueño) lo que será más confuso aún si los padres están a su lado angustiados y el niño no sabe por qué.
Si bien estos episodios son normales entre los seis y diez años, cuando se vuelven muy frecuentes, intensos, se asocian a sonambulismo, y perturban la dinámica familiar, se debe consultar a un especialista.
“El tratamiento consiste en la psicoeducación a los padres respecto a lo autolimitado del hecho en la mayoría de los casos, transmitiendo tranquilidad, y explicando que estos episodios solo durarán un periodo y que en sí mismo el fenómeno no reviste daño para el niño”, explica el doctor Correa.
Agrega que en los casos que requiere un tratamiento farmacológico se usan medicamentos que disminuyen la etapa III y IV de sueño NoREM (antidepresivos tricíclicos) o benzodiazepinas, por algunas semanas, con buena respuesta.
Es importante manejar bien estos episodios porque si los padres no reaccionan adecuadamente pueden generar mucha ansiedad en el niño, lo que puede extender el cuadro.
Esta información es meramente informativa y no sustituye la opinión de un profesional de salud. Ante cualquier síntoma o molestia, te recomendamos consultar con tu médico. Además, ten en cuenta que, debido a la naturaleza cambiante de los temas tratados en este artículo, algunos conceptos pueden sufrir modificaciones desde la fecha original de la publicación.
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