Cuando la glándula tiroides crece, se trata de bocio, condición en la que el cuello se ve inflamado. Si comprende toda la glándula, es bocio difuso, y es de tipo nodular si se desarrollan uno o más nódulos en el interior de la tiroides.
Hace décadas, en Chile, la principal causa de bocio difuso era la deficiencia de yodo, situación que fue superada al agregárselo a la sal de venta en el país, pero en la actualidad, se produce por diversos tipos de tiroiditis (inflamación de la glándula tiroides). También puede darse, de manera excepcional, por algunos tipos de cáncer a la tiroides. En el caso de bocio nodular, corresponden a tumores de la glándula que, en su mayoría (95%), son benignos y pueden aparecer de a uno o varios. Su estructura puede ser sólida, quística o mixta.
“Las enfermedades a la tiroides son más frecuentes en mujeres y a mayor edad; esta proporción se mantiene en el caso del bocio. En Chile, datos de encuestas de salud sugieren que el de mayor tamaño (el que puede detectarse por la palpación) afecta a, aproximadamente, un 5% de la población. Cuando se utiliza la ecografía, que puede detectar nódulos de menos de un centímetro, se llega hasta un 50% en mayores de 60 años”, afirma el doctor Fernando Osorio, endocrinólogo de Clínica Alemana.
¿Será bocio?
En general, esta patología no manifiesta molestias, dado que el aumento de tamaño de la glándula es lento, por lo que el diagnóstico suele ser casual en chequeos médicos o cuando el especialista nota el bocio a simple vista. En casos excepcionales, puede presentar dolor, específicamente, cuando su causa son tiroiditis subagudas virales.
Ante la sospecha de esta patología, el médico examina el cuello, para descartar otras causas como aumento de tejido adiposo. Además, se debe realizar una ecografía tiroidea para detallar las características de la glándula y, específicamente, de los nódulos. Con esta información, se puede estimar si los nódulos requieren o no estudio con biopsia por punción.
En cuanto a si afecta la función de la tiroides, el especialista afirma que, dependiendo de la causa y tipo de bocio, la glándula puede estar funcionando normalmente, es decir, con una producción adecuada de hormonas tiroideas (T4 y T3). Sin embargo, puede ser que la afecte y se observe deficiencia en la producción (hipotiroidismo) o exceso en esta (hipertiroidismo). Por eso, en la evaluación básica de una persona con bocio, siempre se deben pedir estos exámenes.
Tratamiento del bocio
Los bocios difusos, secundarios a tiroiditis crónica, generalmente se asocian a hipotiroidismo, por lo que se tratan con aporte de hormona tiroidea (Levotiroxina) para reducir el tamaño de la glándula. Cuando se trata del tipo nodular, se hacen una ecografía y una punción (si se requiere), con lo que se establece la necesidad de cirugía si se sospecha la presencia de nódulos malignos. En la mayoría de los nódulos benignos, dependiendo del tamaño, y otras consideraciones individuales, también puede requerirse una cirugía o solo un control anual con ecografía.
Cuando el bocio se debe a hipertiroidismo, puede requerir un estudio complementario con cintigrama tiroideo y el tratamiento es con medicamentos para regular la función de la glándula, radioyodo o cirugía.