El llanto es el primer lenguaje del ser humano. Por esta razón es que los bebés lloran por muchos y variados motivos, y los padres se esfuerzan por responder a esto y satisfacer sus necesidades.
Si logran tranquilizar al niño, los progenitores se sentirán competentes. Sin embargo, la doctora Patricia Salinas, pediatra de Clínica Alemana, explica que “cuando los padres se enfrentan a un llanto frecuente, intenso y difícil de calmar es posible que lleguen a sentir frustración y ansiedad”.
En estos casos, primero es importante considerar algunas de las razones más frecuentes que hacen sentir incómodo al bebé y pedir ayuda.
La especialista recalca que si los padres se desesperan, el niño se dará cuenta y todo empeorará. Una actitud tranquila -como tomarlo en brazos, cantarle en voz cálida y acogedora- crear un ambiente propicio para el descanso y relajo del pequeño.
La doctora Salinas asegura que “cuando se le presta atención al niño, se le está enseñando a sentirse seguro, a salvo, al saber que sus padres están ahí para cuidarlo. Por lo tanto, seguir el instinto maternal y tomar al bebé en brazos es muy positivo para su desarrollo”.