Se habla de hiperlaxitud articular cuando las articulaciones son capaces de moverse más allá de lo considerado normal, debido a un aumento de la elasticidad de los tejidos que las rodean. Esta condición es habitual y transitoria en la mayoría de los menores de cinco años y va disminuyendo con la edad, pero un 2% de los casos continúa con esta hipermovilidad excesiva que se prolonga en el tiempo.
Los síntomas de la hiperlaxitud suelen aparecer entre los 3 y 6 años.
Se debería a una alteración en el colágeno, proteína presente en tendones y ligamentos, que provoca que las fibras de estos sean más delgadas y con menor rigidez, lo que permite la hipermovilidad de la articulación.
“En la mayoría de las personas no causa problemas y no requiere tratamiento, incluso otorga ventajas en actividades deportivas que requieren flexibilidad como gimnasia y ballet. Sin embargo, a veces puede producir dolor articular y muscular con mayor predisposición a esguinces y luxaciones”, explica la doctora Paulina de la Fuente, traumatóloga infantil de Clínica Alemana.
Los síntomas de la hiperlaxitud suelen aparecer entre los tres y seis años, probablemente debido a los cambios en las actividades y demandas físicas de esa edad, lo que coincide con modificaciones en la morfología del cuerpo, fuerza muscular, equilibrio y soporte ligamentario.
En general, las personas con hiperlaxitud también pueden presentar alteraciones posturales, con un patrón característico con aumento de la curvatura de la parte superior de la columna (cifosis), lo que las hace verse más encorvadas, e incremento de la curva de la zona lumbar (hiperlordosis), rodillas juntas y desplazadas hacia atrás, y pies planos con talones que se desvían hacia dentro.
En cuanto al riesgo de lesionarse con el deporte, no hay una relación directa, pero se recomienda evitar los de contacto o practicarlos con mayor cautela.
El manejo debe ser individualizado y según la gravedad, síntomas e impacto de la hiperlaxitud en la vida diaria. Realizar actividad física de forma regular es fundamental, ya que mejora el estado cardiovascular y el desarrollo muscular, lo que favorece el control, coordinación y estabilidad articular.
“Para prevenir el dolor y las lesiones hay que identificar las actividades que las hayan provocado para modificarlas y evitar posiciones o movimientos articulares que excedan los rangos normales y provoquen elongación excesiva de los tejidos periarticulares”, afirma la doctora de la Fuente.
También se pueden establecer medidas correctivas, como el uso de plantillas en aquellos que presentan pie plano, órtesis protectoras que aporten estabilidad y limiten los movimientos, o el desarrollo de un programa de ejercicios específicos para atender las distintas necesidades.
“Se suele incluir técnicas de protección articular con ejercicios de fortalecimiento para aumentar la fuerza muscular y disminuir la flexibilidad de las articulaciones, pero también es necesario elongar estructuras acortadas por vicios posturales. Es importante evitar que el niño sea excluido de las actividades y, para ello, es útil trabajar en conjunto con profesores y entrenadores”, concluye la especialista.
Clínica Alemana cuenta con un equipo de traumatólogos infantiles que pueden atender estas patologías como otras de tipo traumatológico.