Según la encuesta Casen 2013, casi tres millones de chilenos (el 16,7% de la población nacional) pertenecen al grupo de la tercera edad, es decir, mayores de 60 años. La cantidad de adultos mayores ha ido creciendo cada vez más, al igual que el uso de la tecnología y ambos no son incompatibles.
“No importa la edad, el ser humano aprende cosas nuevas en función de la necesidad. Es muy simple, si un adulto mayor no tiene interés es porque no lo necesita. Sin embargo, muchos recién aprenden a usar Internet cuando un familiar se va fuera de Chile o cuando quieren encontrar pareja, por ejemplo, motivados por la necesidad”, afirma Camila Gutiérrez, psicóloga de Clínica Alemana.
Para quienes no tienen conocimientos de la tecnología, se recomienda que vayan a cursos especializados o que se les enseñe en la casa. Es importante partir solo con los usos básicos y, en la medida que se vaya haciendo necesario, enseñar funciones más avanzadas. La clave es ir poco a poco y dar el siguiente paso cuando un contenido esté bien adquirido para no recargar a la persona con cosas nuevas.
Camila Gutiérrez asegura que la tecnología puede ser muy beneficiosa para las personas de la tercera edad porque el acceso a Internet abre un mundo de posibilidades, se puede acceder a entretenimiento, redes sociales y además simplifica trámites cotidianos, como el manejo de cuentas bancarias, pago de servicios básicos, solicitudes online, compras, uso de e-mail, etc. “Para mayores de 60 años, esto puede ser muy útil, ahorrarse el tener que hacer trámites a pie es un beneficio porque les deja más tiempo para hacer otras cosas, por ejemplo”, dice.
Agrega que quienes han estado familiarizados con la computación por el trabajo pueden optar a cualquier equipo del mercado, mientras que las personas que no tienen experiencia previa deben optar por computadores con interfaces simples. Por ejemplo, algunos adultos mayores prefieren pedirle a los hijos que les dejen los 'accesos directos' de las tareas principales que hacen en el escritorio del computador para no tener que buscarlos.
En relación al uso de redes sociales, dice que “puede ser ventajoso para el adulto mayor siempre y cuando lo perciba como un beneficio, pero no es imperioso que las utilicen, aunque tampoco hay contraindicaciones”.