La salud oral está relacionada con una nutrición adecuada, hábitos de higiene oral y controles periódicos con el odontólogo a fin de evitar la aparición de lesiones de caries, permitir la detección precoz de ellas y evitar la adquisición de malos hábitos que puedan, en el futuro, determinar la aparición de anomalías dentomaxilares en los niños.
El objetivo principal del cepillado es desorganizar la placa bacteriana (biofilm oral) para impedir que estos agentes nocivos produzcan ácidos que dañen la estructura de los dientes e inflamen las encías. La mejor manera de removerla es cepillando regularmente los dientes y utilizar seda dental lo que permite eliminar este biofilm y los restos de alimentos acumulados entre los dientes.
En los preescolares que no tienen bien desarrollada su motricidad, es importante la supervisión y asistencia permanente de un adulto para realizar en forma correcta y eficiente este cepillado. El control periódico desde temprana edad permite detectar en forma oportuna las patologías presentes.
En los primeros meses de vida, el lavado debe ser hecho por un adulto usando el dedo índice envuelto en un trozo de gasa húmeda, la que se debe pasar suavemente por todas las superficies de las encías y luego en los dientes que comienzan a erupcionar (salir).
Después del año, se puede utilizar un cepillo de dientes acorde al tamaño de la boca del niño. Éste puede ser digital de silicona (se pone en el dedo índice del adulto), o uno convencional de cabeza pequeña, filamentos suaves, cortos y uniformes. La frecuencia es de, al menos, dos veces al día.
El lavado debe hacerse con movimientos circulares y de arrastre, ojalá frente a un espejo para que el menor se familiarice y aprenda. No es necesario utilizar pasta de dientes todavía, en caso de hacerlo debe ser de entrenamiento sin contenido de fluor.
Cuando salen los primeros dientes los niños pueden comenzar a usar un cepillo dental que debe ser de cabezal pequeño y filamentos suaves. Se debe también limpiar la lengua y mucosas repitiendo este procedimiento todos los días después de cada comida.
También, se recomienda comenzar a usar seda dental (cuidadosamente y aplicada por un adulto) para limpiar entre los dientes y las muelas. El odontólogo debe enseñar la técnica correcta para cada caso.
Es importante explicarle a los niños que, alrededor de los seis años, comenzará el recambio de sus dientes incisivos y que en la parte más posterior de sus maxilares les saldrán los primeros molares definitivos, los que no se cambian nunca más, por lo tanto, deben tener especial cuidado de extender hasta ellos el cepillado para mantenerlos sanos.
Los cepillos deben enjuagarse y sacudirse para eliminar el agua y dejarlos colgados para su aireación y secado. Deben ser reemplazados cada dos o tres meses, o antes si se observan deteriorados (chascones) o si los niños han estado enfermos, ya que quedan atrapados gérmenes y microorganismos en ellos.