El 63% de la población adulta en Chile tiene sobrepeso u obesidad, lo que ubica a este país entre los tres con índices más altos en la región, según el informe “Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional de América Latina 2016”, realizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
En tanto, la Organización Mundial de la Salud (OMS), sostiene que el año pasado, más de 1.900 millones de adultos de 18 o más años tenían sobrepeso, de los cuales, más de 650 millones eran obesos. Entre los principales responsables están la mala alimentación y el estilo de vida sedentario.
La doctora Jessica Ahuad, nutrióloga y jefa del Programa Vivir Liviano de Clínica Alemana, se refiere al impacto de este problema en la salud y la importancia de hacerle frente, dado que se trata de un fenómeno que va en aumento y que afecta profundamente la calidad de vida de los afectados.
No. El exceso de peso se produce cuando la cantidad de calorías consumidas sobrepasa el gasto energético. Algunas enfermedades -como el hipotiroidismo no controlado-, pueden bajar levemente el metabolismo y favorecer discretamente el aumento de peso, pero en ningún caso explican un alza significativa de este.
La base de cualquier tratamiento para bajar de peso es educar y apoyar el cambio de hábitos.
Es importante considerar que esta enfermedad disminuye la expectativa de vida, es decir, una persona con obesidad vive menos que una con peso normal.
La obesidad aumenta el riesgo cardiovascular y favorece el desarrollo de diabetes, hipertensión arterial, dislipidemia (colesterol y triglicéridos elevados), hígado graso, apnea del sueño, enfermedades articulares (como artrosis de rodilla) y, aunque es menos conocido, se asocia a mayor riesgo de ciertos cánceres (mama, colon, próstata, entre otros).
La base de cualquier tratamiento para bajar de peso es educar y apoyar el cambio de hábitos, orientado a mantener una alimentación saludable y realizar ejercicio físico. En ciertos casos, como cuando existen trastornos de la conducta alimentaria, puede ser necesario recibir apoyo psiquiátrico. En ocasiones, también puede requerirse ayuda psicológica para mejorar los hábitos, controlar la ansiedad, etc.
A esto se pueden sumar otras herramientas, como los fármacos y la cirugía bariátrica, pero su utilización va a depender de cada caso y de cuánto peso se debe perder. Por eso estas alternativas terapéuticas se indican de manera individual y requieren supervisión médica.
Un tratamiento serio y efectivo implica trabajar con equipos médicos multidisciplinarios, que se ajusten a las necesidades de cada persona.
La prevención debe realizarse desde etapas tempranas de la vida, ya que si adquirimos buenos hábitos desde niños, evidentemente es más fácil mantenerlos en la edad adulta. Como padres, debemos enseñar y dar el ejemplo a nuestros hijos de conductas saludables en alimentación y actividad física.
Además, como adultos, debemos tener una conducta activa, monitorizando nuestro peso, sometiéndonos a chequeos preventivos, realizando ejercicio físico de manera continua y preocupándonos de comer de manera ordenada, sin saltarnos comidas, y elegir alimentos sanos la mayor parte del tiempo.