La urticaria es una enfermedad que se caracteriza por la aparición de ronchas rojas, inflamadas y que pican o arden, las que pueden aparecer de manera independiente o unirse entre varias para terminar formando placas.
Existen dos tipos de urticaria
- Aguda: Cuando las ronchas duran menos de seis semanas. Es la más habitual y puede ser causada por infecciones, alergia o intolerancia a medicamentos y alimentos, y por contacto con látex, entre otros.
- Crónica: Cuando las ronchas persisten por más de seis semanas. Puede ser provocada, además de lo mencionado, por mecanismos autoinmunes (por ejemplo, asociación con tiroiditis y enfermedad celiaca) o por estímulos físicos, como frío, presión mecánica sobre la piel, ejercicio, entre otros.
La doctora Patricia Roessler, jefa de la Unidad de Inmunología y Alergias de Clínica Alemana, explica que es más frecuente en mujeres de entre 40 y 60 años. Puede empezar en cualquier parte del cuerpo y manifestarse, en algunos casos, en zonas de presión, por ejemplo, donde se produce roce con pretinas o elásticos de la ropa y frente a estímulos mecánicos, como rascarse.
La especialista agrega que “el tipo de lesión en la piel da el diagnóstico de urticaria y la temporalidad (si lleva más o menos de seis semanas) nos revela si es crónica o aguda, respectivamente. En casos muy puntuales, el diagnóstico puede requerir biopsia de piel”.
Existen diferentes alternativas de tratamientos efectivos para esta enfermedad, lo que permite a los afectados mejorar considerablemente su calidad de vida. Entre las opciones de manejo, están:
- Antihistamínicos: son la base del tratamiento. Se pueden usar en dosis hasta cuatro veces mayor de lo habitual. Estos medicamentos inhiben la acción de uno de los principales mediadores de la alergia, la histamina, que es responsable de la aparición de la lesión y de la picazón, manifestación más molesta. El objetivo es aliviar este síntoma, pero no elimina la enfermedad y, si se suspende, vuelve a aparecer.
- Inmunosupresores: se utilizan cuando los antihistamínicos no dan resultado por sí solos. Un ejemplo es la ciclosporina. Al modular el sistema inmune, evitan que este sobrerreaccione frente a diversos estímulos.
- Anticuerpo monoclonal anti IgE: reduce la expresión de algunos receptores ubicados en la membrana del mastocito (célula más involucrada en la urticaria crónica), por lo que estos se hacen menos sensibles a los estímulos que los activan. Es un tratamiento muy efectivo para aquellos casos que no responden a antihistamínicos en dosis máximas.
Además, es importante evitar ciertos estímulos que puedan gatillar la urticaria, las que van a depender de cada persona, como calor, frío, presión mecánica y consumo de algunos fármacos como los antiinflamatorios.
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'La agonía de las ronchas: ¿Qué hacer cuando no desaparecen?' es el lema de la Semana Mundial de la Alergia, celebrada entre el 2 y 8 de abril, y que este año está enfocada en la urticaria crónica, una patología que puede afectar gravemente la calidad de vida de quienes la padecen.
La urticaria es una enfermedad que se caracteriza por la aparición de ronchas rojas, inflamadas y que pican o arden, las que pueden aparecer de manera independiente o unirse entre varias para terminar formando placas.
Existen dos tipos de urticaria
- Aguda: Cuando las ronchas duran menos de seis semanas. Es la más habitual y puede ser causada por infecciones, alergia o intolerancia a medicamentos y alimentos, y por contacto con látex, entre otros.
- Crónica: Cuando las ronchas persisten por más de seis semanas. Puede ser provocada, además de lo mencionado, por mecanismos autoinmunes (por ejemplo, asociación con tiroiditis y enfermedad celiaca) o por estímulos físicos, como frío, presión mecánica sobre la piel, ejercicio, entre otros.
La doctora Patricia Roessler, jefa de la Unidad de Inmunología y Alergias de Clínica Alemana, explica que es más frecuente en mujeres de entre 40 y 60 años. Puede empezar en cualquier parte del cuerpo y manifestarse, en algunos casos, en zonas de presión, por ejemplo, donde se produce roce con pretinas o elásticos de la ropa y frente a estímulos mecánicos, como rascarse.
La especialista agrega que “el tipo de lesión en la piel da el diagnóstico de urticaria y la temporalidad (si lleva más o menos de seis semanas) nos revela si es crónica o aguda, respectivamente. En casos muy puntuales, el diagnóstico puede requerir biopsia de piel”.
Existen diferentes alternativas de tratamientos efectivos para esta enfermedad, lo que permite a los afectados mejorar considerablemente su calidad de vida. Entre las opciones de manejo, están:
- Antihistamínicos: son la base del tratamiento. Se pueden usar en dosis hasta cuatro veces mayor de lo habitual. Estos medicamentos inhiben la acción de uno de los principales mediadores de la alergia, la histamina, que es responsable de la aparición de la lesión y de la picazón, manifestación más molesta. El objetivo es aliviar este síntoma, pero no elimina la enfermedad y, si se suspende, vuelve a aparecer.
- Inmunosupresores: se utilizan cuando los antihistamínicos no dan resultado por sí solos. Un ejemplo es la ciclosporina. Al modular el sistema inmune, evitan que este sobrerreaccione frente a diversos estímulos.
- Anticuerpo monoclonal anti IgE: reduce la expresión de algunos receptores ubicados en la membrana del mastocito (célula más involucrada en la urticaria crónica), por lo que estos se hacen menos sensibles a los estímulos que los activan. Es un tratamiento muy efectivo para aquellos casos que no responden a antihistamínicos en dosis máximas.
Además, es importante evitar ciertos estímulos que puedan gatillar la urticaria, las que van a depender de cada persona, como calor, frío, presión mecánica y consumo de algunos fármacos como los antiinflamatorios.