Sin bien las caídas no suelen tener mayores consecuencias en la vida cotidiana, en ocasiones estas pueden ser graves e, incluso, fatales. De hecho, estos eventos son la segunda causa de muerte por lesiones accidentales o no intencionales en el mundo, dado que cobran la vida de alrededor de 646 mil personas anualmente, principalmente mayores de 65 años, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
De acuerdo al doctor Eric Blake, jefe de la Unidad de Geriatría de Clínica Alemana, el riesgo de caídas crece a medida que se va envejeciendo. “Aproximadamente el 30% de los mayores de 65 años se cae una vez al año, porcentaje que aumenta a 50% en quienes superan los 80”, explica.
Agrega que en el adulto mayor, este tipo de accidentes se produce tanto por razones fisiológicas asociadas al envejecimiento y por enfermedades predisponentes, como también por motivos ambientales (ver recuadro). “Las personas que son más activas tienden a caerse con más frecuencia en la calle, y aquellas más frágiles suelen hacerlo al interior de su hogares, realizando tareas cotidianas, como ir al baño, agacharse a recoger un objeto, intentar buscar algo en altura o al tropezarse con una mascota”, afirma.
De acuerdo a la OMS, anualmente, se producen 37,3 millones de caídas que requieren atención médica. Al respecto, el doctor Blake explica que las consecuencias pueden ser diversas e ir desde contusiones, heridas, fracturas faciales, costales, de columna y cadera, hasta otras más graves como un hematoma subdural, que es un coagulo que se forma entre el hueso del cráneo y el cerebro, comprimiéndolo.
“Pero también tienen efectos psicológicos, como el miedo a volver a caer. Esto genera una rehabilitación incompleta, una reducción en la movilidad y, por lo tanto, un mayor riesgo de sufrir una nueva caída. Finalmente, también puede producir problemas socioeconómicos, porque hay circunstancias en las que el adulto mayor no puede seguir viviendo solo y requiere de cuidados permanentes en su casa o ser trasladado a un hogar”, precisa.
Es clave corregir aquellos problemas físicos que aumentan el riesgo de caídas.
Considerando que en las caídas influyen factores físicos y externos, es importante tomar medidas en ambos ámbitos. “En primer lugar, es necesario hacer ejercicio, fundamentalmente aquellos que mejoran el equilibrio, como el taichí, y los que aumentan la fuerza muscular. De todas formas, la marcha de 30 minutos diarios es siempre recomendable”.
También es clave corregir aquellos problemas físicos que aumentan el riesgo de caídas, por lo tanto, cuando corresponda, se debe mejorar la agudeza visual con lentes o cirugía, si está indicada; reducir al máximo posible los medicamentos, tratar la hipotensión ortostática, y normalizar los niveles de vitamina B12 y vitamina D, ya que su carencia puede producir problemas de fatiga y pérdida de equilibrio.
Asimismo, es importante modificar las condiciones del hogar, retirando alfombras, mejorando la iluminación e instalando pasamanos en escaleras, en la tina de baño y al costado del excusado.
De tipo fisiológico, propias del envejecimiento:
Consumo de medicamentos que se asocian a mayor riesgo de caídas, como: