Un llamado a la sociedad en su conjunto para entender y superar los obstáculos que enfrentan las personas que sufren trastornos del espectro autista (TEA) y reforzar su inclusión en todos los ámbitos para mejorar su calidad de vida, es el mensaje que este año marca la campaña internacional sobre este problema que afecta a uno de cada 160 niños, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Por eso es que el lema del “Día Mundial de Concienciación” sobre esta condiciónque se celebra hoy -“Rompamos juntos barreras por el autismo. Hagamos una sociedad accesible”- apunta a profundizar la toma de conciencia respecto de las necesidades y limitaciones de los pacientes de TEA, que se caracterizan por sus dificultades para desarrollar habilidades sociales y de comunicación.
Los trastornos del espectro autista son un grupo de afecciones que están dentro de la categoría de los trastornos generalizados del desarrollo y que contempla cuadros como el autismo infantil, autismo atípico y el Síndrome de Asperger. Si bien muchas veces su origen no es determinado, en ocasiones puede haber causas de base, como por ejemplo, de tipo genético o metabólico.
La doctora Verónica Burón, neuróloga infantil a cargo de la Unidad del Desarrollo de Clínica Alemana, explica que los primeros síntomas suelen aparecer en los primeros tres años de vida y algunos de los más característicos son anomalías en el contacto visual (no miran a los ojos cuando se les habla) y del lenguaje corporal; dificultades para compartir juegos imaginativos y para hacer amigos; patrones repetitivos de comportamiento e intereses restrictivos, como selectividad alimentaria, entre otros.
Desde el punto de vista intelectual, los casos son variados, desde personas con un déficit cognitivo profundo hasta otras con un alto nivel cognitivo. Algunos logran realizar una vida independiente y desarrollarse en diversos ámbitos, sin embargo, muchas veces deben enfrentar patologías asociadas, como epilepsia, depresión, ansiedad y trastorno de déficit de atención e hiperactividad.
La doctora Burón sostiene que los exámenes para buscar la causa deben seleccionarse caso a caso. En ocasiones, se puede necesitar un electroencefalograma que incluya análisis del sueño, una resonancia magnética de cerebro, estudios metabólicos o genéticos, entre otros. “Es importante tener claro eso sí que, aunque se realicen estos exámenes, muchas veces no logramos identificar la causa”, precisa.
Si bien el TEA no tiene cura, una identificación y manejo temprano son claves para lograr un mayor desarrollo y mejorar la calidad de vida de los niños afectados, lo que también contribuye a que tengan una mejor adultez.
Con el propósito de ofrecer las mejores alternativas para cada caso, la Unidad del Desarrollo de Clínica Alemana cuenta con un equipo multidisciplinario integrado por neuropediatras y psiquiatras infantojuveniles con especial formación en neurodesarrollo, quienes trabajan en conjunto con otros profesionales de la salud como psicólogos, fonoaudiólogos, terapeutas ocupacionales, kinesiólogos y psicopedagogos.
“Trabajamos de forma coordinada para ofrecer un manejo integral e individualizado a cada paciente, involucrando siempre a la familia, ya que su participación es fundamental para alcanzar un adecuado desarrollo de las capacidades del niño”, afirma la especialista.