El consumo de alcohol sigue siendo un problema de alto impacto en el país. Un 46% de los chilenos entre 12 y 64 años –equivalente a 4,6 millones de personas– declaran haber bebido, y un 43,6% reconoce un episodio de embriaguez, al menos, durante el último mes según el Senda, el organismo estatal a cargo de la prevención.
Si bien estas cifras se han mantenido estables en los últimos años, las autoridades y los especialistas señalan que constituye el mayor peligro para la salud pública en Chile, por su impacto en un conjunto de enfermedades y como causa directa de muerte e invalidez por accidentes, tema que se pone nuevamente de actualidad con ocasión de las Fiestas Patrias, una de las épocas de mayor ingesta alcohólica en el año.
“Independiente de la cantidad, se trata de una droga que causa daños en el organismo: disminuye los reflejos de la misma manera en que lo hacen la cocaína o la marihuana. Sin embargo, se toma como algo socialmente aceptado, y eso se ve en que cada vez más jóvenes lo consume”, explica el doctor Ricardo González, urgenciólogo.
Tan extendidas como la conducta de beber, son las distintas acciones o “recetas” para aumentar la tolerancia o mitigar los efectos de la embriaguez. Entre las más difundidas está la combinación de bebidas energéticas y alcohólicas, especialmente destilados.
“Con su acción estimulante, estos productos sólo enmascaran el efecto del alcohol, que de esta manera puede llegar a niveles peligrosos en la sangre”, advierte el doctor González.
Al elevar los niveles de intoxicación, esta combinación puede producir alteraciones motoras y de percepción sin que el consumidor tenga pleno entendimiento de que sus funciones están limitadas. Además, un exceso de cafeína –el principal ingrediente de las bebidas energéticas– puede provocar síntomas como taquicardia, sensación de angustia e, incluso, arritmias. Estos riesgos aumentan significativamente si se beben más de tres latas de este producto en un lapso de 24 horas.
Una de las tácticas que se han difundido para prevenir las consecuencias de una ingesta excesiva de alcohol es el uso de medicamentos de recubrimiento gástrico –como es el caso del omeprazol– con el objetivo de reducir su absorción. Sin embargo, el doctor González aclara que esta acción no resulta efectiva y que no va más allá de “aliviar parcialmente la sensación de ardor estomacal”. Y en relación a soluciones muy frecuentes para superar el malestar posterior o “resaca” como el café cargado o una ducha fría, el especialista señala que éstas no reemplazan ni aceleran el proceso de depuración natural del organismo.
Entre los errores más comunes está la preferencia por consumir cerveza en grandes cantidades confiando en su menor graduación alcohólica. “Aquí lo importante no son los gramos por bebida, sino el número de vasos que bebemos”, detalla el especialista. Al respecto, precisa que una lata de cerveza equivale a un vaso de vino o una medida (shot) de un destilado, por lo cual su ingesta excesiva también puede llevar a cuadros de alta toxicidad etílica.
Uno de los mitos que el especialista ve necesario aclarar es la creencia de que las personas en general reaccionan de manera similar frente a las bebidas alcohólicas, lo cual ve especialmente importante tener en cuenta en situaciones en las cuales el grupo estimula la ingesta excesiva. “La situación varía de persona a persona, ya que están involucrados múltiples factores como peso, estatura, frecuencia de consumo, estado de ánimo y tipo de alimentación previa. Por lo tanto, es muy peligroso exigir a alguien que beba la misma cantidad que el resto”, indica.
De acuerdo a la última Encuesta Nacional de Salud, un 11,7% de la población tiene conductas de riesgo en cuanto a la ingesta de alcohol, cifra que se eleva a 20,5% en el caso de los hombres. En este escenario, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) advierte que cuando la concentración de esta sustancia en la sangre supera a los 0,5 gramos por litro, el riesgo de causar accidentes aumenta en un 38%, ya que produce los siguientes efectos en el organismo: