Comienza la época de calor y la piel queda al descubierto. Hay que preocuparse de las zonas resecas del cuerpo y de cómo lucen, pero no hay que olvidar que quedan expuestas de manera directa a la radiación ultravioleta.
• Los niños menores de seis meses, ya que no pueden usar protector solar.
• Quienes tengan antecedentes familiares o personales de cáncer de piel.
• Pacientes que padecen de cualquier tipo de cáncer,ya que el sol disminuye las defensas.
• Las personas que toman ciertos medicamentos fotosensibilizantes (diuréticos, remedios para la presión, psicofármacos, antibióticos) que sensibilizan la piel, y son susceptibles de sufrir quemaduras.
• Quienes tienen enfermedades fotosensibles como el lupus.
• Personas con alguna infección activa en la piel.
• Las personas cuyo organismo crea muchos lunares.
El sol emite dos tipos de rayos ultravioletas (RUV) que dañan la piel, los UVA y UVB. Los UVB se incrementan entre las 10:00 AM y las 16:00 PM, horario en el cual se recomienda no exponerse al sol, ni siquiera con protector. Por su parte, los UVA son altos durante todo el día, incluso a las ocho de la mañana o a las seis de la tarde, y durante todo el año.
Quienes quieren lucir una piel bronceada pero sin exponerse a los dañinos rayos UV, encuentran en los autobronceantes una excelente opción para adquirir un color dorado. El problema es que muchas veces, estos productos son mal aplicados, obteniendo manchas y malos resultados.
La doctora Francisca Daza, dermatóloga de Clínica Alemana ve en los autobronceantes “una opción segura y efectiva ya que al estar compuestos por dihidroxiacetona (DHA, derivado de la caña de azúcar) pigmenta la piel mediante una reacción química no peligrosa”, señala.
El mercado ofrece diferentes tipos de formulaciones de este tipo que pueden contener filtros UV, agentes humectantes y productos aceleradores del bronceado como vitaminas y aminoácidos específicos.
Los autobronceantes que contienen concentraciones muy altas de DHA, promueven un proceso oxidativo en la piel, resecándola en exceso y dejando un tono anaranjado con un olor muy fuerte. Lo ideal es invertir en productos más modernos, seguros y con activos hidratantes.
- Para preparar la piel lo mejor es exfoliarla antes del autobronceante, con énfasis
en las zonas ásperas como rodillas y codos. Este proceso elimina células muertas y favorece una aplicación más pareja. En lo posible, evitar los exfoliantes aceitosos, porque dejan residuos y manchas.
- Hay que hidratar antes de aplicar el autobronceante. Sobre la piel seca, una
loción ligera de crema. Esto ayudará a que el producto se distribuya en forma pareja, ya sea en formato crema, spray o mousse.
- De abajo hacia arriba, y con movimientos circulares, es la forma de aplicarlo en el
cuerpo (extremidades y tronco) para evitar manchas. En el rostro, una pequeña cantidad va primero a las zonas que se broncean naturalmente -frente, nariz, parte alta de las mejillas y el mentón- y lo que quede en los dedos se distribuye por el resto de la cara. Tener cuidado con la orilla de la nariz y arriba del labio superior, son zonas secas que suelen absorber más color.
Es importante recalcar que cualquier tipo de autobronceante otorga un “bronceado artificial”, por lo que si hay exposición a los rayos UV, se debe proteger la piel con un factor adecuado (si el producto no lo contiene). Se sugiere la protección solar de SPF 30 o superior, con protección de amplio espectro (UVA / Protección UVB) y que sean resistentes al agua.
Por último, la especialista recomienda no tomar sol y evitar la exposición solar. Una piel bronceada es una piel dañada. El daño solar es acumulativo, con riesgo de cáncer de piel y envejecimiento precoz. Los daños sobre la piel se observan como piel acartonada, manchas, aumento del rojo, y aumento de las arrugas.