La maternidad es un momento de cambios trascendentales, físicos y mentales, a los que las mujeres deben adaptarse y en ocasiones, la tarea de ser madre se pone cuesta arriba. “La mayoría de las veces, ser mamá suele relacionarse con un momento de felicidad, sobre todo si ha sido buscado y/o deseado. En sentido contrario, muchas mujeres presentan síntomas ansiosos, o, inclusive, depresión”, acota el médico jefe del Departamento de Ginecología y Obstetricia de Clínica Alemana, Marcelo González.
Cabe destacar que durante los primeros días del puerperio pueden presentarse síntomas similares a la depresión, como irritabilidad, tristeza, ansiedad llanto fácil, insomnio y disminución de la concentración.
Generalmente duran menos de dos semanas y se atribuyen a disforia posparto o “baby blues”. Sin embargo, el 10% de este grupo mantiene o agrava estas manifestaciones después de 15 días de dar a luz, lo que implica un riesgo para el desarrollo de depresión puerperal. “La mayoría de los casos se presentan durante el primer mes de vida del recién nacido y, por lo general, los síntomas alcanzan su intensidad máxima entre las semanas ocho y doce”, dice el doctor González.
En qué fijarse
Los síntomas de la depresión posparto son difíciles de reconocer y en ocasiones se normalizan pensando que son parte del proceso. Sin embargo, aclara el especialista, un diagnóstico y tratamiento tardíos pueden tener
consecuencias como: dificultad en la lactancia, apego de tipo inseguro y retraso del desarrollo psicomotor, entre otros.
Diagnóstico y tratamiento
Es una patología de alta prevalencia en nuestro país que puede afectar, aproximadamente, a un 35% de las madres en Chile. Como una medida de pesquisa, se ha implementado la aplicación de la Escala de Edimburgo a los dos y seis meses después del parto, lo que ha mejorado el manejo de esta patología. Este cuestionario puede realizarse en la consulta médica o con la matrona, y la información obtenida permitirá derivar a un especialista en Salud Mental.
En aquellas pacientes que necesiten apoyo durante el embarazo y en el posparto, es recomendable iniciar el tratamiento con opciones terapéuticas no farmacológicas, tales como la consejería, la intervención psicosocial grupal, individual y familiar, además de la psicoeducación. En tanto, los psicofármacos deben ser siempre indicados por el médico tratante -en conjunto con especialistas en salud mental- quien evaluará los riesgos y beneficios.
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