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Responden a diferentes virus, causando inflamación y daño al hígado. Conocerlas permite realizar un tratamiento oportuno y evitar complicaciones.
En el caso de las hepatitis crónicas virales (hepatitis B y C) y que pueden adquirirse de recién nacido, o de niño, dan poca sintomatología. Estos cuadros de inflamación hepática silente pueden estar presentes por muchos años sin ser tratados, y pueden evolucionar hacia insuficiencia hepática crónica y cáncer de hígado.
La hepatitis es una inflamación del hígado que se produce por infecciones (por ejemplo, algunos virus específicos) y medicamentos, entre otros factores. Esta enfermedad, cuando se cronifica (> 6 meses), puede ir lenta y asintomáticamente, produciendo un daño progresivo que puede conducir a cirrosis hepática, cáncer hepático, y causar la muerte. Esta situación ocurre en el 20 o 30% de los infectados crónicos con hepatitis B o C en un periodo de 20 a 30 años.
A pesar de que existen vacunas y tratamientos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) informa que cerca de 10 millones de personas se infectan cada año de hepatitis virales, y que el 95% de ellas no lo sabe. Además, se estima que más de 325 millones de personas en el mundo viven con hepatitis del tipo B o C y menos del 2% ha accedido al tratamiento antiviral, lo que se asocia a la muerte de 1,5 millones de personas cada año en el mundo.
Dada la masividad y gravedad de esta patología, es que cada 28 de julio se conmemora el Día Mundial de la Hepatitis bajo el lema: “Eliminar la Hepatitis”. Al respecto, el doctor Rodrigo Zapata, Jefe de la Unidad de Gastroenterología de Clínica Alemana, indica que “es importante educar a la población general sobre las Hepatitis virales, para permitir hacer un diagnóstico y tratamiento oportuno, evitando complicaciones y muerte”.
La infección por este virus produce un cuadro agudo autolimitado, muy sintomático (vómitos, color amarillo piel y ojos, fiebre). En Chile durante los últimos dos años ha habido un incremento sustancial de casos de hepatitis A, algunas por alimentos contaminados, pero muchos son por prácticas sexuales oro-anales que permiten que el virus contagie a una persona susceptible. El bloqueo epidemiológico en la hepatitis A debe ir en camino de asegurar un manejo y manipulación segura de alimentos, lavado de manos, alimentos no contaminados (riego con aguas no contaminadas), y prácticas sexuales seguras.
Este virus es de transmisión sexual, perinatal (de mujer embarazadainfectada a recién nacido) o parenteral (cuando se usan agujas contaminadas). En el mundo hay más de 250 millones de infectados crónicos por este virus, la mayoría desconoce su diagnóstico. Es la principal causa de cirrosis y cáncer hepático en Asia y otros países del mundo. La vacuna de recién nacido -implementada en Chile desde 2006- ofrece una respuesta inmune que protege de esta infección.
La hepatitis C es
una enfermedad producida por el virus de hepatitis C, que causa una infección
crónica del hígado, y de difícil tratamiento hasta hace pocos años.
En el mundo se estima que hay más de 180 millones de infectados crónicos (2,5% de la población), y 1,7 millones de nuevos casos
al año. De ellos, la mayoría desconoce su diagnóstico, pues aún no han tenido síntomas.
Desde 2009, el Minsal la incluyó dentro del programa AUGE /GES (garantías de atención en salud) para
un control, diagnóstico y tratamiento oportuno. En ese ámbito, con los medicamentos orales disponibles hoy en Chile, se puede tratar en 12 semanas, con mínimos efectos colaterales y con un 95% de efectividad en la cura.
Actualmente frente a la sospecha de infección por virus C (factores de riesgo, alteración de pruebas hepáticas, cirrosis, transfusiones antes de 1996, tatuajes, uso de drogas endovenosas, etc.), se realiza un examen de serología (detección de anticuerpos de hepatitis C, por ELISA) y si es positivo se confirma y se evalúa la presencia directa del virus por PCR/RNA viral que es confirmatorio.
A diferencia de la hepatitis A y B, para las cuales, si existe vacuna, no es posible prevenir la hepatitis C, sino a través de medidas dirigidas a evitar su contagio (uso de agujas y material quirúrgico estériles, trasfusiones seguras, evitar situaciones de drogadicción endovenosa o parenteral, cuidados en relaciones sexuales, etc.). También, a través de una detección temprana, que permita un tratamiento oportuno antiviral, que evite posibles complicaciones.
Si no es tratada, la hepatitis C puede llevar al cáncer de hígado, a través de un daño acumulativo crónico por años (cirrosis). Una vez que el paciente es diagnosticado con cirrosis, presenta aproximadamente un 2% de riesgo anual de desarrollar un cáncer hepático. Por ello, se realizan controles regulares de vigilancia con imágenes y, en caso de detectarlo, éste será incipiente y con una amplia posibilidad de tratamiento.
La mayoría de los pacientes que presentan una hepatitis aguda viral siendo adultos tienen molestias o síntomas que incluyen:
Las medidas preventivas van en la línea de informar a la población sobre cómo evitar su propagación, algunas de ellas son:
El gastroenterólogo concluye que “las hepatitis por virus A, transmitidas por contaminación de alimentos, son prevenibles mediante la vacunación y una adecuada higiene en la preparación de alimentos y lavado cuidadoso de manos. En tanto, para las hepatitis virales (B y C) que se contagian por vía sanguínea (agujas, trasfusiones, etc.) o sexualmente, el cuidado en manipulación de objetos cortopunzantes, agujas estériles, evitar drogas endovenosas, tatuajes en lugares inadecuados y el uso de preservativos son estrategias razonables para disminuir su transmisión”.
Además, es muy relevante el diagnóstico y tratamiento oportuno de estas hepatitis por virus B y C. La Organización Mundial de la Salud, ha propuesto la erradicación de las hepatitis virales para el año 2030 a través de todas estas iniciativas, y lograr tratar al menos al 80% de los casos infectados.
Servicio de Gastroenterología de Clínica Alemana