Algunos de sus efectos son fatiga, somnolencia diurna, malestar general, dificultad para mantenerse alerta y problemas gastrointestinales.
El cuerpo tiene su propio reloj interno o ritmo circadiano, que le indica en qué momento permanecer despierto o dormir. El jet lag se produce cuando se llega al destino porque el ciclo biológico está todavía sincronizado al huso horario del punto de origen.
La doctora Victoria Mery, neuróloga del Centro del Sueño de Clínica Alemana explica que “cuando uno viaja a otro lugar a un horario distinto se producen síntomas que afectan biológicamente y a nivel funcional al paciente”.
Algunos indicadores que evidencian este trastorno del sueño son:
Efectos que se traducen en consecuencias negativas al ejecutar ciertas acciones como manejar, así como también son frecuentes los cambios de humor, entre otros.
Comúnmente, se produce mientras más horas haya de diferencia entre el origen y el destino. En caso de viajes al este, por ejemplo, habría que acostarse a dormir en un horario en que el reloj biológico indicaría estar despierto. Lo mismo ocurriría al levantarse, el cuerpo querría seguir descansando. La explicación radica en que “el reloj interno o el ritmo circadiano que regula el ciclo de sueño-vigilia se altera con respecto a la hora de la nueva ubicación”, explica la neuróloga del Centro del Sueño.
Dado que el cuerpo demora unos días en adaptarse, el ciclo de sueño-vigilia, junto con la mayoría de las otras funciones corporales, como el hambre y los hábitos intestinales permanecen desfasados.
Los niños y los adultos mayores tienen ciclos de sueño inmaduros, por lo cual les resulta más difícil adaptar su horario biológico. Asimismo, pacientes con patologías de sueño subyacente también podrían verse afectados.
La población más propensa a sufrir este trastorno son los pilotos, los asistentes de cabina y los viajeros de negocios.
La luz ambiental es el principal estímulo biológico y manipulable que ayuda a ordenar el nuevo horario. “El tiempo de adaptación varía según cada persona, pero en líneas generales, la relación es de un día por hora de desfase”, explica la neuróloga Victoria Mery.
La especialista señala algunas medidas básicas que pueden ayudar a evitar este síndrome.
El ritmo circadiano se refiere a la variabilidad dentro de las 24 horas de alguna función del organismo. El más conocido es el ciclo circadiano de sueño y vigilia con ciclos de aproximadamente 24 horas. “Se trata de un reloj biológico en el cerebro que hace que en la noche dé sueño y al contrario en el día. El cual es capaz de modificarse según los estímulos ambientales”, concluye la especialista.