“Tengo 51 años y en octubre de este año me operaron de sarcoma suprarrenal. Gracias a Dios no estaba expandido, a pesar de que medía 20 cm y pesaba más de un kilo”, recuerda Ibeth Santander, una mujer menuda, pero cuya fuerza interior y fe la hacen verse más grande. Su marido no le suelta la mano mientras cuenta su historia, esa que empezó con un fuerte dolor en la parte baja de la espalda en agosto de 2019.
Tras la biopsia, que detectó una masa en una glándula arriba del riñón, Ibeth temió por sus hijos, de 14 y 23 años. “Creo que nunca sentí tanta pena en mi vida. Y aunque sabía que debía mostrarme fuerte frente a ellos, me costaba mucho”.
Entonces, decidió dar la pelea por etapas: primero, debía encontrar a un médico que se atreviera a operarla; segundo, tenía que despertar de la cirugía, y tercero, debía aceptar el tratamiento posquirúrgico. “Quería salir victoriosa, estaba dispuesta a darlo todo. Y si las cosas salían mal, había luchado. Solo agradecía a Dios que esto me hubiese pasado a mí y no a alguien más de mi familia. Este cáncer me hizo más fuerte”, dice.
Cirugía de alto riesgo
Ibeth y su familia fueron recibidas por el cirujano doctor Conrado Stein quien en conjunto con el cirujano de trasplante de hígado, Marcelo Vivanco, y el urólogo oncólogo de Clínica Alemana Marcelo Orvieto fueron enfáticos en indicar cirugía.
“Las imágenes mostraron que tenía un tumor en una glándula arriba del riñón, la suprarrenal, y por su tamaño y características, lo más probable era que fuera un tipo de cáncer muy agresivo”. Le hicieron estudios de extensión para ver si había tumores en otras partes del cuerpo. Salieron negativos, por lo que las posibilidades de mejora de Ibeth eran altas. El problema era que la glándula suprarrenal está localizada en un espacio muy difícil de acceder, rodeada por órganos nobles como el hígado, la vena cava, los riñones, entre otros, por lo que la intervención requería de un equipo multidisciplinario. Para ello, los diferentes especialistas se reunieron varias veces antes de la cirugía, a modo de planificar todos los detalles y eventualidades que pudieran ocurrir durante el procedimiento.
En pabellón había cirujanos cardiovasculares, liderados por el doctor Michael Howard; cirujanos de hígado, encabezados por el doctor Marcelo Vivanco y, por supuesto, el equipo de anestesiólogos, compuesto por los doctores Lorena Muñoz y Alberto Sabatino”, comenta el urólogo-oncólogo.
Tras la operación, que duró casi ocho horas, los médicos le contaron que la cirugía había resultado exitosa ya que se había extraído todo el tumor, el cual no parecía ramificado ni presentaba metástasis, si bien comprometía parte de la pared de la vena cava, la cual había sido reemplazada con una prótesis. La masa correspondía a un subtipo de tumor llamado sarcoma suprarrenal. “La intervención supone un estrés importante para el cuerpo, sin embargo, su estado de salud anterior y su fuerza mental han aportado en su recuperación”, acota el especialista.
Lecciones de un cáncer
“Cuando me enfermé, mi vida cambió para siempre. Las visitas a la clínica se han hecho recurrentes, sin embargo, sigo con una mentalidad positiva. Bajé mucho de peso y obviamente mi energía no es la misma, pero hasta ahora la suerte está de nuestro lado”.
El caso fue evaluado por un comité oncológico, cuya recomendación fue aplicar radioterapia de consolidación para evitar una posible nueva operación.
“Es una segunda oportunidad; cambié mi dieta y, apenas despierto, doy gracias: por mi familia, en especial mi esposo y mis hijos; mis amigos, el equipo médico y todas las otras personas que he podido conocer en la clínica y a quienes agradezco profundamente”, concluye emocionada.