A veces basta con una carcajada o un bostezo para que algunas personas se queden sin poder cerrar o abrir la boca. Asimismo, hay casos en que un golpe u otro traumatismo, pueden ocasionar esta afección de la articulación temporomandibular.
“Quedar con la mandíbula trabada es un problema que afecta a muchas personas y se produce como consecuencia de trastornos temporomandibulares, desórdenes relacionados con la articulación de la mandíbula, los músculos complejos masticatorios y/o del área cervical” explica la odontóloga María Cecilia Pesce especialista en Trastornos Temporomandibulares y Dolor Orofacial de Clínica Alemana.
Situaciones en que se traba la mandíbula
Hay quienes tienen una mayor predisposición a desarrollar estas afecciones como, por ejemplo, las personas con hiperlaxitud ligamentosa sistémica, es decir, aquellos con ligamentos más flexibles de lo normal, condición que suele ser hereditaria.
La odontóloga Pesce explica que “dentro de los trastornos temporomandibulares, uno de los más comunes es el signo de luxación espontánea de la articulación. Se produce cuando la mandíbula queda trabada en forma abierta desplazándose hacia delante debido a un exceso de tensión en el ligamento, lo que impide cerrar la boca”, describe la especialista.
En estos casos se debe acudir al odontólogo, quien colocará esta pieza nuevamente en la posición correcta, dentro de la articulación. Si bien esta técnica es bastante simple y se realiza en forma manual, es importante que la practique un experto para evitar lesiones mayores.
"Cuando la mandíbula queda trabada en forma abierta, los ligamentos se estiran en exceso y se vence el límite elástico, por lo que es probable que en el futuro este bloqueo ocurra nuevamente. Como es un problema crónico, se aconseja a estos pacientes que traten de no abrir mucho la boca al reír o al bostezar. Cuando se trata de casos extremos, también se pueden efectuar cirugías correctoras, pero esto se realiza sólo excepcionalmente", explica la especialista.
Luxación disco articular
Otro problema frecuente dentro de las afecciones temporomandibulares es el signo de luxación del disco articular, que es una pieza similar a la que está entre las vértebras de la columna. Su función es amortiguar las fuerzas que se producen en las articulaciones y armonizar las superficies que están entre la mandíbula y el cráneo.
En situaciones normales, este disco acompaña al movimiento de la mandíbula, pero hay casos en que éste se desplaza y el roce de las articulaciones provoca ruidos al masticar o al realizar otros movimientos con la boca.
Aunque no se conoce una causa exacta, la especialista explica que hay factores asociados a la aparición de este trastorno, como un golpe en la zona, el hábito de comerse las uñas o masticar chicle y, también, factores genéticos.
"Si bien en Chile existen pocos estudios, a nivel internacional las estadísticas indican que es bastante común tener el disco desplazado, en efecto, se sostiene que más del 50% de las personas sufre de este problema, pero la mayoría de ellos ni siquiera se da cuenta, ya que los casos de luxaciones -que son los que causan dolor y problemas funcionales- son muy pocos", afirma.
Las consecuencias de este tipo de alteraciones dependen del grado y la forma de desplazamiento del disco articular.
"Se ha visto que la mayoría de los afectados puede vivir perfectamente toda su vida con el disco articular deslizado, sin presentar mayores problemas. Sin embargo, cuando el caso es crítico y la pieza termina luxándose, se puede producir a largo plazo una artrosis en esa área. En estos casos, los principales síntomas son dolor y alteración de los movimientos que impiden comer y hablar en forma normal", describe la odontóloga.
Tratamiento
Sin embargo, si la persona consulta inmediatamente después de que se produce la luxación, es posible que el odontólogo realice una maniobra para que el disco vuelva a su ubicación original o a la posición desplazada que tenía antes de dislocarse, con lo que se evitarán complicaciones mayores a futuro. En cambio, si se dejan pasar más de 12 horas luego de la lesión, el éxito de esta técnica es muy bajo, por eso es fundamental acudir al especialista lo antes posible.
En aquellos casos en que se consulta tardíamente, el diagnóstico clínico se confirma con una resonancia magnética y el tratamiento se divide en tres etapas:
Fase 1: consiste en desinflamar la articulación. Para ello se indican antiinflamatorios y aparatos ortopédicos que evitan la presión en la zona. También, se deben comer papillas alrededor de tres semanas y hacer reposo a nivel mandibular. El paciente puede ir a trabajar sin problemas, a menos que su empleo implique utilización de la boca.
Fase 2: se busca recuperar los rangos de movilidad de la mandíbula. Para esto el especialista efectúa manualmente ejercicios especiales en esta zona y además se debe continuar utilizando aparatos ortopédicos, con el objetivo de que el disco articular se mueva lo más posible hasta su posición original, aunque usualmente nunca recupera su ubicación normal en un 100%.
Fase 3: es a largo plazo y consiste en que se produzca una metaplasia de la zona discal, es decir, que se forme una especie de callo en el área donde se produce la presión articular, así este tejido -que no está acostumbrado a recibir fuerza- cambia su consistencia y se convierte en un pseudodisco.
Si bien este proceso se produce en forma prácticamente natural al utilizar la mandíbula, generalmente se debe ocupar en forma paralela un plano de estabilización en la noche y sus resultados demoran entre dos y tres años.