Alteraciones en los ciclos biológicos de:
Alteraciones de la conducta:
Dentro de los factores biológicos están la genética; las enfermedades médicas, como aquellas crónicas que presentan deterioro funcional y otras, como ciertos tipos de cáncer, hipotiroidismo o infarto; la administración de algunos fármacos, y cambios en el cerebro por envejecimiento o alteraciones patológicas producto del alguna enfermedad cerebral específica.
También existen los llamados factores de riesgo, y si bien, dada la alta prevalencia de la depresión en el mundo, se discute si realmente tienen una relación causal o solo representan una asociación estadística, existe consenso en los siguientes:
Género: “Hay muchos estudios, en distintos lugares del mundo y en distintos momentos que son consistentes en el hecho de que las mujeres están en mayor riesgo de sufrir una depresión que los hombres”, explica el psiquiatra.
Eventos vitales estresantes, entendidos como circunstancias del ambiente que obligan a las personas a reacomodar estrategias para recuperar el equilibrio perdido. Estos no necesariamente tienen que ser negativos, pero sí representan cambios en la vida, como el nacimiento de un hijo o un cambio de casa.
“Dentro de los eventos vitales que se han asociado más consistente con el desarrollo de depresión tenemos la cesantía, dificultades conyugales, problemas de salud importantes y pérdida de las relaciones sociales estrechas”, detalla el especialista.
Experiencias infantiles adversas, como abuso sexual y físico; una pobre relación entre los padres y los hijos, discordia o divorcio entre los padres o la pérdida de uno o de ambos antes de los 11 años. Estos hechos han demostrado tener asociación estadísticamente significativa con la presencia de sintomatología depresiva en la edad adulta.
Ciertos rasgos de personalidad, que son aquellos que implican tendencia a desarrollar trastornos emocionales ante la exposición al estrés, como inseguridad o sentimientos de minusvalía y fracaso.
“No es lo mismo tener un rasgo del carácter que un trastorno de la personalidad. Un trastorno de la personalidad implica un estilo de enfrentamiento más rígido, la persona no aprende de la experiencia, siempre usa el mismo recurso”, apunta el doctor.
Ese trastorno de la personalidad, en el caso de una depresión, facilita la aparición de síntomas, precipita y modifica las manifestaciones clínicas y empeora el curso de la enfermedad.
Aquí la autoestima es muy importante, ya que es un componente emocional básico para el bienestar. Una baja autoestima nos hace sentir mal con nosotros mismos, provocando desconexión, abatimiento y vulnerabilidad para desarrollar síntomas emocionales frente a la adversidad. Igualmente, la inseguridad supone una baja efectividad para afrontar y gestionar dificultades.
La resiliencia, por otra parte, es la capacidad de una persona para adaptarse de forma positiva ante situaciones que le son adversas. También de regular de forma eficaz las emociones. En palabras del doctor Koppmann: “Es una habilidad que podemos ir desarrollando a lo largo de la vida y en la interacción con los demás”. Es decir, no es que se tenga o no se tenga, se puede desarrollar y por eso es fundamental la educación temprana.
“Es muy importante la voluntad de mejorar, sin embargo, como esta es una enfermedad del cerebro, la sola voluntad no basta: necesitamos voluntad más tratamiento”, explica el doctor Koppmann.
La depresión debe tratarse porque, de otro modo, más de un 40% de los pacientes va a permanecer deprimido. “Un 20% va a tener una recuperación sólo parcial y un 40% podría recuperarse espontáneamente después de un episodio depresivo al año, sin tratamiento”, advierte.
Los antidepresivos mejoran la neurotransmisión y su administración considera una fase aguda, que dura entre 9 y 12 semanas, donde se busca una respuesta; una fase de continuación de entre 6 a 12 meses y, por último, una fase de mantención, que es indefinida.
También están los ansiolíticos, estabilizadores del ánimo o potenciadores de la respuesta antidepresiva. Son fármacos que se usan para que los antidepresivos sean aún más eficaces. Ambos deben ser recetados por un psiquiatra.
“Dentro de los tratamientos biológicos no farmacológicos contamos con algunos como la terapia electroconvulsiva, la luminoterapia o fototerapia”, explica el especialista.
La psicoterapia es una intervención verbal que tiene un fundamento teórico específico. Se da entre dos o más personas (el terapeuta y, por ejemplo, una persona o una pareja o un grupo familiar) y está destinada a lograr un cambio en la conducta.
Permite potenciar y mejorar las herramientas personales para la resolución de problemas, mejorar las distorsiones cognitivas o las falsas creencias.
Las intervenciones sociales y ambientales son modificaciones un poco más amplias que buscan que la persona enfrente de mejor manera el día a día, que evite conductas que la enferman y que mantenga naturalmente el autocuidado y la salud. Entre ellas se encuentran:
“Aprender, darse un minuto, leer, saber, conocer, permite facilitar el combatir la depresión de manera más adecuada en la medida que yo sé de qué se trata: de qué estamos hablando cuando hablamos de depresión”, concluye el especialista.
Cuando un paciente presenta síntomas que lo hacen creer que sufre de una depresión es importante consultar precozmente, con el fin de aliviar su sufrimiento y evitar un empeoramiento de su cuadro. Hoy, además está disponible la telemedicina.
'>Tristeza, pesimismo, aislamiento e irritabilidad son solo algunas de las manifestaciones de la depresión, una enfermedad biológica del cerebro, con variadas causas y tratamientos, que presenta una alteración del estado de ánimo, comprometiendo distintas áreas del funcionamiento de una persona.
“La duración de un episodio depresivo, es decir del tiempo que estamos con ese ánimo pesimista, excede lo que normalmente consideramos una respuesta esperable ante un evento –como un duelo, por ejemplo– y afecta la capacidad de disfrutar y distraerse, pudiendo presentar alteraciones cognitivas o neurovegetativas, a diferencia de lo que nos ocurre con la tristeza normal”, explica el doctor Alejandro Koppmann, psiquiatra de Clínica Alemana.
La depresión afecta distintas áreas, como los afectos y las emociones, produciendo:
Entre las alteraciones del pensamiento están:
Alteraciones en los ciclos biológicos de:
Alteraciones de la conducta:
Dentro de los factores biológicos están la genética; las enfermedades médicas, como aquellas crónicas que presentan deterioro funcional y otras, como ciertos tipos de cáncer, hipotiroidismo o infarto; la administración de algunos fármacos, y cambios en el cerebro por envejecimiento o alteraciones patológicas producto del alguna enfermedad cerebral específica.
También existen los llamados factores de riesgo, y si bien, dada la alta prevalencia de la depresión en el mundo, se discute si realmente tienen una relación causal o solo representan una asociación estadística, existe consenso en los siguientes:
Género: “Hay muchos estudios, en distintos lugares del mundo y en distintos momentos que son consistentes en el hecho de que las mujeres están en mayor riesgo de sufrir una depresión que los hombres”, explica el psiquiatra.
Eventos vitales estresantes, entendidos como circunstancias del ambiente que obligan a las personas a reacomodar estrategias para recuperar el equilibrio perdido. Estos no necesariamente tienen que ser negativos, pero sí representan cambios en la vida, como el nacimiento de un hijo o un cambio de casa.
“Dentro de los eventos vitales que se han asociado más consistente con el desarrollo de depresión tenemos la cesantía, dificultades conyugales, problemas de salud importantes y pérdida de las relaciones sociales estrechas”, detalla el especialista.
Experiencias infantiles adversas, como abuso sexual y físico; una pobre relación entre los padres y los hijos, discordia o divorcio entre los padres o la pérdida de uno o de ambos antes de los 11 años. Estos hechos han demostrado tener asociación estadísticamente significativa con la presencia de sintomatología depresiva en la edad adulta.
Ciertos rasgos de personalidad, que son aquellos que implican tendencia a desarrollar trastornos emocionales ante la exposición al estrés, como inseguridad o sentimientos de minusvalía y fracaso.
“No es lo mismo tener un rasgo del carácter que un trastorno de la personalidad. Un trastorno de la personalidad implica un estilo de enfrentamiento más rígido, la persona no aprende de la experiencia, siempre usa el mismo recurso”, apunta el doctor.
Ese trastorno de la personalidad, en el caso de una depresión, facilita la aparición de síntomas, precipita y modifica las manifestaciones clínicas y empeora el curso de la enfermedad.
Aquí la autoestima es muy importante, ya que es un componente emocional básico para el bienestar. Una baja autoestima nos hace sentir mal con nosotros mismos, provocando desconexión, abatimiento y vulnerabilidad para desarrollar síntomas emocionales frente a la adversidad. Igualmente, la inseguridad supone una baja efectividad para afrontar y gestionar dificultades.
La resiliencia, por otra parte, es la capacidad de una persona para adaptarse de forma positiva ante situaciones que le son adversas. También de regular de forma eficaz las emociones. En palabras del doctor Koppmann: “Es una habilidad que podemos ir desarrollando a lo largo de la vida y en la interacción con los demás”. Es decir, no es que se tenga o no se tenga, se puede desarrollar y por eso es fundamental la educación temprana.
“Es muy importante la voluntad de mejorar, sin embargo, como esta es una enfermedad del cerebro, la sola voluntad no basta: necesitamos voluntad más tratamiento”, explica el doctor Koppmann.
La depresión debe tratarse porque, de otro modo, más de un 40% de los pacientes va a permanecer deprimido. “Un 20% va a tener una recuperación sólo parcial y un 40% podría recuperarse espontáneamente después de un episodio depresivo al año, sin tratamiento”, advierte.
Los antidepresivos mejoran la neurotransmisión y su administración considera una fase aguda, que dura entre 9 y 12 semanas, donde se busca una respuesta; una fase de continuación de entre 6 a 12 meses y, por último, una fase de mantención, que es indefinida.
También están los ansiolíticos, estabilizadores del ánimo o potenciadores de la respuesta antidepresiva. Son fármacos que se usan para que los antidepresivos sean aún más eficaces. Ambos deben ser recetados por un psiquiatra.
“Dentro de los tratamientos biológicos no farmacológicos contamos con algunos como la terapia electroconvulsiva, la luminoterapia o fototerapia”, explica el especialista.
La psicoterapia es una intervención verbal que tiene un fundamento teórico específico. Se da entre dos o más personas (el terapeuta y, por ejemplo, una persona o una pareja o un grupo familiar) y está destinada a lograr un cambio en la conducta.
Permite potenciar y mejorar las herramientas personales para la resolución de problemas, mejorar las distorsiones cognitivas o las falsas creencias.
Las intervenciones sociales y ambientales son modificaciones un poco más amplias que buscan que la persona enfrente de mejor manera el día a día, que evite conductas que la enferman y que mantenga naturalmente el autocuidado y la salud. Entre ellas se encuentran:
“Aprender, darse un minuto, leer, saber, conocer, permite facilitar el combatir la depresión de manera más adecuada en la medida que yo sé de qué se trata: de qué estamos hablando cuando hablamos de depresión”, concluye el especialista.
Cuando un paciente presenta síntomas que lo hacen creer que sufre de una depresión es importante consultar precozmente, con el fin de aliviar su sufrimiento y evitar un empeoramiento de su cuadro. Hoy, además está disponible la telemedicina.