El día del paseo, Fernando de 4 años, caminaba sin zapatos sobre el pasto cuando pisó una abeja. Sintió mucho dolor, al poco rato vomitó y se puso rojo, relata su madre María Begoña Olea. Lo primero que a ella le llamó la atención fue que su hijo no dejaba de quejarse. Luego, se fue debilitando cada vez más, hasta perder la conciencia.
Afortunadamente, una de las invitadas era médico y le indicó que lo llevara rápidamente a un servicio de urgencia. En el camino comenzó a hincharse. Lo primero que hicieron los especialistas al recibirlo en Clínica Alemana, fue inyectarle adrenalina para controlar la inflamación que podría impedirle respirar. Esa noche Fernando durmió en la UCI pediátrica, había llegado a tiempo.
El diagnóstico de la doctora Alejandra Aird, médico inmunóloga de Clínica Alemana, fue alergia a los himenópteros; esto es, una sensibilización al veneno de las abejas. Para iniciar su tratamiento, lo derivó al Centro de Alergias de la clínica, donde se le indicó inmunoterapia específica mediante la administración de dosis de veneno purificado de esos insectos. Este mecanismo busca inducir un estado de tolerancia mayor ante una eventual nueva picadura (con una eficacia protectora superior al 75%). “Reduce de manera muy significativa la probabilidad de una reacción potencialmente mortal, y es la mejor alternativa si se han sufrido episodios graves anteriores”, indica la doctora Lorena Jiusan, inmunóloga de Clínica Alemana.
En una primera etapa, llamada fase de ascenso, cada paciente comienza el programa con inyecciones. En ella se administran de forma creciente dosis de veneno de abeja, hasta llegar al ciclo de mantención que se realiza por un lapso de entre tres y cinco años. Actualmente, el mecanismo tradicional para inducir tolerancia inmune vía vacunas ha sido reemplazado por una bomba de infusión continua subcutánea. “Este formato precisa mejor la cantidad de veneno aplicada al paciente, y su utilización ha demostrado ser muy segura”, explica la doctora Jiusan.
Este sistema de administración, en el que Clínica Alemana es pionero, considera un procedimiento corto –o pauta rápida– que redujo la etapa inicial de 14 a solo 3 semanas.
Fernando, empezó con una bomba equivalente a 1/5, 1 y luego 2 picaduras como mantención mensual. Este tratamiento no está exento de reacciones adversas, “por lo que siempre se hace en control clínico y se observa durante una hora para poder pesquisar algún efecto”, acota la especialista. Alcanzar la fase de mantención entrega una protección más rápida a los pacientes frente a una nueva picadura: “por lo que se considera que a los siete días, ya deberían estar protegidos”.
Desde hace cerca de un mes, Clínica Alemana ofrece a sus pacientes el examen IgE molecular específico al veneno de las abejas. “En él se define exactamente a cuál de las proteínas presentes es alérgica cada persona. De esta forma se evitan efectos adversos a la inmunoterapia y se revisan opciones terapéuticas distintas”, indica la doctora Jiusan.
En mayo de este año Fernando fue picado nuevamente y presentó una reacción local. En definitiva, sin que el tratamiento haya concluido ya mostró una tolerancia a la picadura de abeja.