El ácido hialurónico es un elemento natural en nuestro cuerpo. Se trata de una molécula extralarga de azúcar que es primordial en la matriz extracelular, componente que se encuentra entre las células de la piel.
“Se comporta como una verdadera esponja, esa es su gran cualidad: retener agua. El ácido hialurónico es capaz de retener hasta mil veces su peso molecular en agua, lo que provee lubricación en los tejidos conectivos y en las articulaciones, convirtiéndolo en un componente muy importante en la piel. De hecho, hasta el 56% del ácido hialurónico está en la piel y es lo que le da soporte y hace que se vea más turgente e hidratada”, dice la doctora Lorna Velásquez, dermatóloga de Clínica Alemana.
Desafortunadamente, los niveles de ácido hialurónico de nuestro organismo van disminuyendo con la edad. “A los 50 años hemos perdido el 50% de los niveles originales de ácido hialurónico que tenía nuestra piel y cuando esto ocurre, deja de estar radiante, porque pierde estructura y volumen. Por esto, disminuye la turgencia y se ve más deshidratada, entonces los signos de edad como las arrugas de superficie se vuelven más evidentes”, comenta la especialista.
De acuerdo con lo comentado por la doctora Velásquez, existen 2 formas de aplicar ácido hialurónico en nuestra piel: tópico e inyectable.
Cuando se utiliza de forma tópica sobre la superficie de la piel, las características de hidratación de esta zona mejoran.
Existen diferentes tipos de ácido hialurónico, según el volumen molecular que tienen. De esta forma, la experta reconoce los de:
“Mientras más pequeña la partícula, más aumentará su penetración en la piel, siendo el micro molecular el que penetra más profundo. Por lo tanto, este ácido hialurónico también estimulará la generación de más fibras de colágeno nuevas”, explica. Y agrega que “el colágeno es una proteína de estructura que da firmeza a la piel”.
“El ácido hialurónico es un excelente hidratante de superficie y está indicado en todos los tipos de pieles. Recordemos que los primeros signos de edad empiezan a aparecer desde los 25 años, por lo que una correcta rutina facial debiera contener algún hidratante tópico de este elemento”, asegura la dermatóloga de Clínica Alemana.
Por otro lado, en su versión inyectable, también se presenta de diferentes formas, según la densidad, concentración y tipo de reticulación. “El ácido hialurónico más liviano, de más baja densidad, puede ser utilizado en planos más superficiales de la piel como en dermis superficial y los más reticulados y de más alta densidad, puede ser aplicados más profundamente”, comenta.
“La indicación de estos depende del grado de envejecimiento del paciente y de lo que se quiere lograr”, asegura la doctora Velásquez.
Asimismo, es enfática en reconocer que “estos procedimientos se deben realizar en ambientes médicos, con mucha limpieza, puesto que van a interferir con todo tu sistema inmune y pueden hacer penetrar microorganismos de superficie si la limpieza no se ha realizado correctamente, lo que va a llevar a efectos adversos”.
La toxina botulínica es un medicamento que genera una relajación del músculo. Por esto, la experta explica que son tratamientos complementarios.
“Cuando uno genera expresiones en la cara, uno está gesticulando, moviendo y contrayendo los músculos faciales. Entonces, cuando uno relaja un poquito el musculo, por ejemplo, en los ojos o en el ceño, logramos que al contraerse no arrugue la piel. Sin embargo, el ácido hialurónico como viene en distintas densidades sirve para hidratar la piel, para dar volumen a la cara o para reposicionar, así un ácido hialurónico en una densidad baja puede hidratar la piel complementando el tratamiento de toxina botulínica, mejorando la calidad de la piel en la parte done hay más arrugas”, sentencia.
La indicación de cada cuánto tiempo hay que retocarlo depende mucho de cada paciente y de qué ácido hialurónico se usa.
Sin embargo, de acuerdo con la experta, lo más relevante es que los pacientes vayan al menos una vez al año al dermatólogo para planificar el tratamiento.
“Esto es preventivo, hay que empezar a acompañar el envejecimiento y no tratarlo cuando ya todos los signos están expuestos, entonces la idea es que los pacientes consulten temprano. Uno puede empezar a acompañar el envejecimiento desde alrededor de los 27 -30 años”, enfatiza.
Finalmente, agrega que una de las cosas más relevantes a la hora de buscar resultados es mantener las características normales del rostro de cada persona, sin dar volumen demás ni generar caras sobre rellenas o contornos demasiado marcados. “Lo que uno va a buscar es el buen sentido de la estética, es conservar la naturalidad con resultados que mantengan la expresión del paciente”, cierra.