Entérate en esta nota sobre cómo prevenir y manejar las reacciones violentas de las personas que lo padecen.
Es una enfermedad cerebral que afecta preferentemente a adultos mayores y que produce una declinación gradual de las capacidades intelectuales y funcionales que el ser humano va adquiriendo desde su nacimiento hasta la madurez.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) más de 30 millones de personas padecen Alzheimer.
El principal síntoma de las personas afectadas es una pérdida progresiva de la memoria, pero en etapas avanzadas pueden agregarse una serie de otras alteraciones a nivel intelectual y de comportamiento como la aparición de conductas violentas. Estas pueden ser gatilladas por diversas razones como:
Conversamos con la doctora María Isabel Behrens, neuróloga especialista en Alzheimer de Clínica Alemana, para aclarar dudas y poder entregar pautas a quienes conviven con enfermos de Alzheimer que tienen conductas agresivas.
- Lo más común son conductas verbales como insultos.
- También puede haber “manoteos” y golpes a quienes se acercan o intentan atenderlos.
- En ocasiones botan o lanzan objetos sin moderar su fuerza.
Sin embargo, pocas veces hay comportamientos realmente violentos que pongan en riesgo a los otros.
Las actitudes violentas reflejan una disfunción cerebral. El Alzheimer produce daños en las regiones que tienen que ver con la capacidad de controlar la agresividad. Se lesionan regiones del cerebro que tiene relación con la conducta y pueden tener alteración de percepción, con ideas de que los persiguen o que los agreden.
Estos pacientes van perdiendo la capacidad de filtrar de manera adecuada los estímulos ambientales Sus conductas varían de manera muy importante según el entorno. Son vulnerables a pequeños cambios, por ejemplo, si se los lleva a un centro comercial con mucha gente y ruido es muy probable que se irriten.
Se pueden usar diversas alternativas dependiendo del caso.
En principio, los mismos medicamentos que se utilizan para enlentecer el progreso de la enfermedad como el anticolinesterásicos y memantina ayudan a disminuir esa conducta.
La segunda alternativa es antidepresivos como sertralina o fluoxetina.
En pacientes muy graves, se pueden usar neurolépticos o antipsicóticos, pero sólo en casos extremos dado que se asocian con cierto riesgo cardiovascular.