Patricio tiene 20 años. Es músico y estudiante de la tecnicatura de nivel superior en sonido y es uno de los afortunado que ha podido tener una nueva oportunidad gracias a un trasplante de riñón.
En el Día Nacional del Donante de Órganos y Tejidos te invitamos a conocer su historia y a tomar conciencia sobre la importancia de este gran acto de generosidad y altruismo.
“Antes de enterarme de mi diagnóstico era un niño como cualquier otro. Jugaba, compartía con mi familia, disfrutaba mucho tocando instrumentos musicales.
Cuando tenía 14 años, en el 2016, me salieron unos ganglios en la parte de atrás de la cabeza. Mis papás me llevaron a la consulta privada de un doctor y me hicieron una serie de exámenes. El de sangre arrojó niveles de creatinina que significaban un fallo de la función renal.
Ante este resultado el doctor me explicó que es necesario atenderme en un hospital, más que nada por una cuestión económica. Sin embargo, estuvimos intentándolo con mi familia por varios meses sin éxito.
Un día post escuela comencé a sentirme afiebrado, me picaba todo el cuerpo y me sentía decaído. Mis papás me llevaron a urgencias y fue ahí cuando pude obtener mi diagnóstico final: insuficiencia renal crónica en etapa 4. Estaba bastante avanzado mi cuadro por lo que me dijeron que iba a necesitar diálisis. Afortunadamente estuve 1 año sin tener que hacérmela.
En el año 2017 comencé con diálisis ya que mi riñón se encontraba en una etapa 5, una etapa terminal y que ahí me informaron iba a necesitar un trasplante”.
“De allí comenzó una etapa de mucha inestabilidad clínica. Comencé mi proceso en un hospital en el que el sistema avanzaba muy lento. A pesar de que me realicé todos los exámenes que me pidieron, de que hice todos los trámites, la verdad que mi caso no avanzó mucho en los 2 años siguientes. Además, no pude entrar a la lista de espera.
Luego vino la pandemia y el hospital decidió no hacer más trasplantes, por lo que me derivaron a otro hospital en el que me hacían los controles por telemedicina. Si tengo que definir esta etapa con una palabra hablaría de inestabilidad.
Al tiempo, un amigo que recibió un trasplante en la Clínica Alemana de Santiago a través del programa de beneficencia me lo recomendó y me alentó a contactarlos. Es así como terminé en la consulta con el Dr. Ulloa donde me hicieron todos los exámenes a mí y mi mamá. Ahí se dieron cuenta que ella sufría una complicación que no le permitía ser donante por lo que me pusieron en la lista de espera. En marzo de este año ingresé oficialmente a la lista nacional de riñón.
“4 meses después, estaba estudiando en el instituto y recibí el llamado de la enfermera encargada de trasplantes de la clínica. Me dijo que había un riñón que me podía servir pero que había 2 pacientes más que tenían las mismas posibilidades que yo.
Al rato, me vuelve a llamar y me dijo que ¡ese riñón iba a ser para mí.! Fue un momento super emocionante. Nunca pensé que iba a avanzar tan rápido. Llevaba 3 años en el hospital y en la clínica, gracias al programa de beneficencia, recién 4 meses. Era una esperanza que veía muy lejana.”
“Mi rutina diaria cambió drásticamente. Yo me dializaba en la casa a la noche. Estaba 10 horas conectado. No tener que hacer toda la preparación previa y lo que implica la diálisis me permite llegar a mi casa y valorar simplemente acostarme. Ahora puedo comer más y mejoró mi apetito porque en los últimos meses no estaba comiendo casi nada porque la comida me daba asco, náuseas.
Gracias al trasplante puedo salir, puedo terminar tranquilo mi carrera, voy a poder viajar con mi banda. Yo tengo una banda, Orquesta Sonidos de Luz, en la que somos todas personas ciegas y tenemos el plan de salir de gira. Antes era inimaginable pero ahora lo voy a poder hacer ya que no tengo la diálisis. También en noviembre contraigo matrimonio con mi novia”.
“La noticia llega fuerte cuando te dicen que vas a necesitar un trasplante, pero a una persona que este pasando por lo mismo le diría que tenga fe de que algún día va a llegar su turno y su vida va a cambiar para mejor. Lo importante es no desanimarse. Debe tener una mente positiva, de que todo va a estar bien más adelante y que va a lograr mejorar su calidad de vida.
Y a la familia de mi donante me gustaría expresarle mi total e infinito agradecimiento. Lo que hicieron fue un gesto muy grande porque salvaron mi vida y estoy seguro de que la de varias personas más. Espero que alcancen la paz y el consuelo en su corazón y que sepan que me hicieron muy feliz”.