Las altas temperaturas seguirán siendo protagonistas en las temporadas de verano y hay que poner atención a las sensaciones corporales. Y es que, sin saberlo, puedes estar enfrentando un golpe de calor, cuadro repentino que durante el periodo estival afecta, principalmente, a los adultos mayores.
“El golpe de calor es la expresión más dramática del exceso de calor en el cuerpo, lo que se traduce en una hipertermia, es decir, temperaturas corporales que pueden llegar a los 38° o 40°. En este contexto, internamente se produce en forma compensatoria una serie de respuestas que ayudan a eliminar el exceso de calor”, explica el doctor Jacob Yumha, geriatra y médico internista de Clínica Alemana.
A diferencia de una persona joven, alguien de mayor edad que ha estado sometido de manera prolongada a altas temperaturas o ha realizado una actividad extenuante un día de mucho calor, no cuenta con la capacidad de adaptación para enfrentar un problema de este tipo. Sucede, también, que el organismo de un adulto mayor no es capaz de tolerar un cambio abrupto de temperatura. Como consecuencia, podrían producirse efectos que comprometan los sistemas circulatorio, neurológico y renal, además de verse afectados los procesos de coagulación e, incluso, los estados de conciencia.
De acuerdo al doctor Yumha, “un golpe de calor puede llegar a causar la muerte si no es reconocido y tratado oportunamente”, aunque no es un cuadro fácil de identificar. Sus síntomas son “comunes” — fiebre, náuseas, dolor de cabeza, decaimiento—, por lo que podría confundirse con un resfrío o una infección viral. Además, los analgésicos tradicionales no son efectivos en estos casos, ya que podría evolucionar y no necesariamente comenzar el día en que la persona se vio expuesta a una ola de calor.
Es importante observar muy bien y estar atentos a cualquier cambio, por muy sutil que sea, en la salud de los adultos mayores, sobre todo si la persona tiene algún grado de fragilidad. Entonces, ¿frente a qué síntomas debemos alertarnos los días de mucho calor?
“Habitualmente, los pacientes comienzan a sentirse peor con el paso de las horas. De hecho, muchas de las muertes se producen dos, tres o hasta cuatro días después del inicio de los malestares. Que los síntomas bajen o que el paciente se estabilice en ningún caso significa que haya pasado. Hay adultos mayores que al recibir enormes cargas de calor pueden descompensarse en el momento, sin embargo, otros pueden decaerse o dejar de comer poco a poco”, explica el geriatra.
El doctor Jacob Yumha advierte que cualquier cambio menor en un contexto ambiental adecuado debe hacerte sospechar y consultar precozmente: “Lo fundamental es la prevención, por eso es vital el conocimiento anticipado de estas olas de calor y la identificación de aquellos pacientes frágiles o, por ejemplo, aquellos que tienen polifarmacia”. En este sentido, hay varias aristas a considerar: