La presión arterial es la fuerza con la que la sangre circula por nuestras arterias. Esta fuerza está determinada por la contracción del corazón que actúa como una bomba para empujar la sangre por nuestro organismo a través de las arterias y venas que actúan como conductos.
Cuando medimos la presión arterial, estamos evaluando la fuerza que hace el corazón para impulsar la sangre a través de las arterias.
Para medir la presión arterial, se utilizan dispositivos especiales. Esta medición se realiza en milímetros de mercurio (mmHg) y la presión ideal es de 120/80 mmHg. Si tu presión arterial se mantiene en varias tomas igual o por encima de 135/85, es importante que busques atención médica para una evaluación.
La presión arterial sistólica o alta corresponde a la presión dentro de las arterias durante la contracción del corazón, cuando este bombea sangre. En cambio, la presión arterial diastólica o baja corresponde a la presión durante la relajación del corazón, cuando el corazón se vuelve a llenar de sangre.
Situaciones como el ejercicio, el estrés, el dolor, la ansiedad o la temperatura ambiente, entre otros, pueden elevar la presión arterial. Por el contrario, en momentos de relajación o durante el sueño la presión arterial tiende a disminuir. Estas fluctuaciones son normales.
No obstante, es importante medir la presión arterial en condiciones que aseguren que no haya influencias externas que alteren los resultados. Esta son las condiciones adecuadas:
Ten en cuenta que, cualquier toma de presión arterial fuera de estas condiciones, no representa la presión arterial en condiciones de reposo o basales y podría estar bajo la influencia de situaciones externas.
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