La sensación de ruborizarse y sentir calor en la cara durante una interacción social es algo familiar para muchos. Pero, si tu rostro experimenta enrojecimiento prolongado o inflamación, podrías tener rosácea.
Es importante que sepas que la rosácea es una enfermedad crónica inflamatoria que afecta a la piel del rostro. Aunque no tiene cura, puede controlarse con el tratamiento adecuado y algunos cuidados diarios.
Rosácea eritematotelangiectásica: es el tipo más usual y se caracteriza por el enrojecimiento persistente, telangiectasias (pequeños vasos sanguíneos visibles) y rubor facial.
Papulopustulosa: es el segundo más frecuente y sus síntomas generalmente se pueden confundir con el acné.
Fimatosa: se identifica por el engrosamiento gradual de las áreas afectadas de la piel, y de acuerdo con la gravedad, algunas regiones enteras del rostro pueden volverse gruesas o bulbosas con el tiempo.
Ocular: este tipo afecta los ojos, párpados y pestañas. Los síntomas son irritación, ojos rojos, sensibilidad a la luz, inflamación y sequedad ocular.
Comúnmente los síntomas incluyen:
Enrojecimiento facial, especialmente en las mejillas, nariz, frente y mentón.
Vasos sanguíneos visibles en la cara.
Pápulas y pústulas.
Quemazón, picazón y sensibilidad en la piel.
Ojos llorosos, irritados o con sensación de arenilla.
Si experimentas alguna de estas señales, es fundamental que consultes con un dermatólogo. Recuerda que tenemos disponible el servicio de On Demand, donde puedes resolver todas tus dudas y acceder a atención médica desde cualquier lugar.
La causa exacta aún se desconoce. Los especialistas creen que se trata de una combinación de factores genéticos, ambientales y del sistema inmunológico. Sin embargo, existen algunos factores desencadenantes como:
La exposición solar.
Las temperaturas extremas.
Ingerir bebidas calientes o alcohol.
Consumir comidas picantes.
El estrés.
Realizar ejercicio físico.
Usar algunos productos cosméticos.
Si sufres de esta enfermedad, te recomendamos seguir estos consejos para cuidar tu piel durante todos los días y evitar que aparezcan estos incómodos síntomas.
Utiliza un limpiador facial suave y sin fragancia 2 veces al día.
Aplica un protector solar de amplio espectro con FPS 30 o superior todos los días.
Mantén tu piel hidratada con una crema o loción facial suave.
Identifica y evita los desencadenantes que empeoran tu rosácea.
Usa cosméticos hipoalergénicos y no comedogénicos.
Practica técnicas de relajación como yoga o meditación.
Es importante que tengas presente, que un diagnóstico temprano, el tratamiento adecuado y cuidados diarios, son claves para controlar la rosácea y mejorar tu calidad de vida.