El cáncer es una de las principales causas de muerte en Chile y el mundo. Si bien es una enfermedad que puede afectar a las personas en cualquier etapa de la vida, el número de nuevos casos aumenta a medida que avanza la edad.
De acuerdo al marco general del Plan nacional de cáncer, más de la mitad de los casos de esta patología se producen en personas de 65 años y más. Por esta razón, es importante saber cómo prevenir y realizar una detección precoz, así como los factores que influyen en un eventual tratamiento. También es importante comprender cuáles son los riesgos que presenta esta enfermedad a medida que avanza la vida y cuáles son los factores que influyen en su desarrollo.
La edad es uno de los principales factores de riesgo para desarrollar cáncer, esto debido a:
Mayor exposición a cancerígenos (rayos UV, tabaco, hormonas).
Menor capacidad de las células para reparar el ADN dañado.
Disminución de la vigilancia inmunológica.
Reducción de la actividad de genes supresores de tumores.
La prevención se enfoca en mantener una vida saludable, la cual incluye una alimentación equilibrada, realizar ejercicio físico frecuentemente, evitar el tabaco, mantener relaciones sociales, entre otras acciones. Además, de realizar los exámenes preventivos para una detección temprana de cáncer indicados por tu médico.
El tratamiento en personas mayores presenta desafíos únicos, ya que suelen coexistir con enfermedades crónicas como problemas cardíacos, renales o pulmonares, que aumentan los riesgos en una cirugía o quimioterapia. Por eso, es clave evaluar los beneficios y los riesgos de manera individualizada.
La decisión de realizar un tratamiento depende de varios factores:
Expectativa de vida: ¿cuánto tiempo viviría la persona sin el cáncer?.
Calidad de vida: si el paciente tiene un deterioro físico o mental severo, el tratamiento podría no ser beneficioso.
Preferencias del paciente: algunas personas optan por evitar tratamientos agresivos para priorizar su bienestar en el tiempo que les queda.
No todos los tratamientos son igual de agresivos. En algunos casos, es posible elegir opciones que presenten un menor riesgo de efectos secundarios. Además, es importante personalizar el tratamiento según las características del paciente y su enfermedad.
Por ejemplo, un tratamiento puede no extender significativamente la vida, pero sí mejorarla al reducir síntomas como:
Dolor.
Convulsiones.
Obstrucción del tubo digestivo o urinario.
Asfixia.
En resumen, el cáncer en personas mayores requiere decisiones informadas y personalizadas. La prevención sigue siendo clave, y los tratamientos deben ajustarse al estado general del paciente, buscando siempre el equilibrio entre calidad y cantidad de vida, siempre considerando lo que sea más adecuado para cada persona.