Te contamos cómo fue su experiencia para superar esta enfermedad.
Con solo 25 años, Felipe Rojas, enfrentó uno de los diagnósticos más temidos, el de cáncer. En su caso, se trataba de un sarcoma de Ewing.
Casi 1 año después, y con el alta médica obtenida hace unos meses, Felipe reflexiona sobre su experiencia, destacando que el apoyo familiar y del equipo médico fueron fundamentales.
Un diagnóstico inesperado
“El dolor que me llevó a urgencias, ocurrió de manera repentina y fuerte, como si un nervio se hubiera atrapado. Fue tan intenso que no pude ignorarlo más, Lo había tenido repetidas veces desde el colegio, pero nunca fue tan intenso como para preocuparme”.
Pero esta vez, fue diferente, la molestia se irradiaba desde el costado hasta el muslo, y no disminuía.
“Al analizarlo con el tiempo, me di cuenta de que ese dolor había estado ahí mucho tiempo, pero lo ignoré”.
Las pruebas que se realizó Felipe incluyeron radiografías, una resonancia magnética y scanner, y luego una biopsia, para confirmar el diagnóstico junto a un estudio de diseminación para estudiar el cuerpo completo. Con estas pruebas, se confirmó el diagnóstico de sarcoma de Ewing.
“Fue después de casi un mes de estudios, donde el oncólogo, el doctor Jaime Anabalón, decidió iniciar un tratamiento de quimioterapia intensa”, explica.
Su tratamiento consistió en 14 sesiones de quimioterapia divididas en 2 fases intercaladas y en una cirugía.
Más que un equipo médico
El 7 de octubre del año pasado, Felipe se sometió a una cirugía para remover el tumor. Inicialmente, le explicaron que en su caso se necesitarían 2 cirugías: una para extraer el tumor y otra para reconstruir la zona afectada. Sin embargo, gracias al equipo médico liderado por el doctor Gabriel García Huidobro, traumatólogo y especialista en tumores musculo esqueléticos, se realizó todo en una sola operación, donde se utilizó tecnología de planificación 3D y navegación computacional intraoperatoria, todo esto para asegurar una extirpación oncológica completa, con márgenes negativos (sin tumor).
“La cirugía fue un éxito, lograron sacar todo el tumor y evitar una segunda intervención”, comenta Felipe.
La siguiente etapa incluyó quimioterapia adicional y un riguroso proceso de kinesiología que lo ayudó a recuperar su movilidad.
La recuperación no fue fácil, pero el apoyo constante fue crucial.
“El despertar fue complicado, pero siempre estuvieron ahí para ayudarme y explicarme cada paso. Más que un equipo médico, encontré un equipo humano”, comenta.
Las lecciones aprendidas en el camino
Antes del diagnóstico, Felipe trabajaba como psicólogo clínico. Sin embargo, el tratamiento lo obligó a detener su vida profesional.
“Tuve que derivar a todos mis pacientes y enfocarme completamente en mi recuperación”.
La intensidad del tratamiento, junto con el riesgo de infecciones, no le permitió tener otras actividades, pero nunca perdió de vista su objetivo: vencer al sarcoma.
Al hablar sobre su experiencia, Felipe destaca la importancia de escuchar el cuerpo.
“Aprendí que no se deben ignorar las señales, esos pequeños dolores o cansancios que muchas veces pasamos por alto”.
Al respecto, el doctor Gabriel García Huidobro, traumatólogo y especialista en tumores musculo esqueléticos, explica que siempre hay que prestar atención cuando existe:
“dolor y aumento de volumen en algún segmento del esqueleto, que se asocie a impotencia funcional de la extremidad y que se perpetue en el tiempo o se haga más intenso, y que no ceda ante el tratamiento médico”.
Felipe, también resalta el valor del apoyo emocional.
“Este proceso te enseña a apoyarte en los demás, a aceptar la ayuda que te ofrecen, y a mantenerte fuerte, tanto física como emocionalmente”.
Para otros pacientes que enfrentan una situación similar, Felipe deja algunas palabras:
“el miedo y la ansiedad son normales. Lo mejor que pueden hacer es mantenerse acompañados, compartir lo que están viviendo y confiar en el equipo médico”.