Impacto psicológico
El diagnóstico de infertilidad constituye una de las crisis más devastadoras que una pareja pueda enfrentar.
Importancia
Todos asumimos como proyecto tener un hijo. Cuando nos disponemos a concebir, nadie cree que va a tener problemas, por lo tanto, la noticia provoca una gran desestructuración. Se cierra el futuro y surge mucha frustración.
Sentimientos
Viene un duelo. Aparece la ansiedad, culpa y frustración. Brota un cuestionamiento de vida y de pareja a fondo. Surgen preguntas como ¿si me hubiese casado con otra persona?, ¿seré yo o mi pareja?, ¿qué hizo cuando era chico (a)? También miedo de perder al otro, porque puede ser que desaparezca su interés si es que no llegan los hijos.
Reacciones femeninas y masculinas
Todas las parejas son distintas y la forma de enfrentarlo depende de lo que signifique el hijo para cada persona. Sin embargo, en general, para las mujeres tener un hijo es algo que “tengo que hacer en mi vida”. El impacto inicial es más expresado y más fuerte, quizás parece más crudo porque la maternidad es clave para la mujer. En los hombres surge un cuestionamiento de la virilidad. La principal diferencia está en que ellas tienen más redes de apoyo y en ellos las secuelas pueden ser más fuertes, porque sienten que tienen menos herramientas.
Medidas
Es necesario reconstruir el proyecto personal y de familia. Hay que darle un nuevo significado a la vida. En ese proceso muchas veces se requiere de un apoyo psicológico que invite a vivir el problema. Los consejos abruman; se cuenta el caso de un conocido que después de tres años pudo tener hijos; pero estas historias solo dan ánimo, no ayudan a reorganizarse. Es importante validar las emociones y afectos que surgen, es decir, respetar los distintos sentimientos. Que el hombre se encierre en el trabajo no implica que no le importe el tema, sino que es su forma de enfrentarlo.
Optar por un tratamiento
La decisión de seguir un tratamiento pasa por el replanteamiento del proyecto de familia. No es algo obvio. Es importante tener toda la información y prepararse para lo que viene. Son importantes las expectativas realistas respecto de los resultados, ya que no necesariamente funcionan. Repensar la cantidad de hijos que se quiere y que se podría tener, el costo de esto, el trabajo, la posibilidad de quedarse solos y de adoptar.
Principales inquietudes
Las expectativas irreales, más allá de los porcentajes entregados por los médicos, dicultan la situación. Otro asunto es el cambio de sentido de la intimidad. Ahora tiene un objetivo, y eso cuesta: muchas veces se quitan las ganas por la falta de espontaneidad. En el caso del seguimiento folicular, los médicos dicen el día exacto en el que se pueden tener relaciones, entonces la sexualidad pasa a ser controlada externamente. Además, están los exámenes, las inyecciones hormonales, etc.
El aumento del estrés hace que se incrementen los conflictos, lo que lleva a cuestionarse la relación. Disminuye la tolerancia, crece la frustración, porque no siempre resulta al primer intento, hay miedo a qué pasará si no es efectivo y a la pareja se le olvida qué otras cosas querían hacer porque todo se ve absorbido por la guagua. Además, está la presión social, que en verdad, es una expectación, pocos preguntan, pero todos están pendientes. Es de las situaciones más estresantes que se pueden vivir.
Hasta cuándo intentarlo
La decisión de repetir un tratamiento depende de la pareja, pero debe ser tomada después de un acucioso análisis. Socialmente existe el concepto de que si no puedo tener hijos, tengo que tratarme, pero no debe ser así. Cada intento es una ilusión y es muy desgastador siempre estar lidiando con la frustración; eso hay que tomarlo en cuenta. También hay que evaluar el costo económico.
Ayuda psicológica
Permite redotar de sentido la vida. El hijo es el tema, pero la vida. Se apoya en el duelo, se ayuda a entender la postura del otro y a darse permiso para sentir. La idea es proteger a la pareja y apoyarla para que logre sus objetivos, porque además, el peso emocional influye en los resultados.