En los niños afectan por igual a ambos sexos. Pueden manifestarse desde los primeros meses de vida, pero lo más habitual es que aparezcan en la edad preescolar y escolar.
Cuando un menor tiene un SAHOS, el síntoma característico es el ronquido: un niño NO debe roncar. Es posible que esté sufriendo apneas si, además, no duerme bien, sus capacidades de aprendizaje se reducen, tiene dificultades de concentración (lo que ocurre en muchos casos), baja su rendimiento escolar, se orina en la cama (enuresis), presenta síntomas depresivos, problemas de conducta y baja autoestima. Esto puede marcarlo para toda la vida, por lo que un diagnóstico y manejo oportunos son esenciales.
La apnea obstructiva en el niño se asocia, por lo general, a sobrecrecimiento de las adenoides y de las amígdalas, y a obesidad. Adicionalmente, se presenta en casos específicos de menores con condiciones médicas especiales como síndrome de Down, alteraciones craneofaciales, enfermedades neuromusculares, patologías metabólicas, laringomalacia y otras que requieren de la evaluación de un especialista.